después del paréntesis

Las Rusias

Un miedo pertinaz asola a los rusos que pueden ser obligados a combatir en la guerra de Ucrania, que el poder absoluto de Putin cierre las fronteras de la huida, por ejemplo, la de Georgia. Y ese es el desastre que este singular oligarca del siglo XXI manifiesta de manera incondicional. Ahí su perverso y desaforado deseo de poder, la desmesura del alarde militar. Concurre en el hecho lo que los expertos consideran. No solo que Putin está perdiendo la guerra, que leyó mal lo que allí ocurría sino que sus propósitos se le han vuelto del revés. Si condiciona a la OTAN, la OTAN crece. O lo que es lo mismo, hoy hay mucha más línea expuesta de Rusia contra la OTAN (Finlandia) que antes de las operaciones del señalado. En segundo lugar ha propiciado el caudillo el rearmamento de Ucrania con materiales de guerra altamente sofisticados, tanto que hacen frente al enemigo con más efectividad de la prevista. El ejército de Rusia huye de algunos lugares ocupados dejando piezas muy valiosas que luego utilizarán contra ellos los enemigos. Ese es el panorama, pero no el único. Lo que destraba esta trama es lo que la historia presente confirma. Una: lejos de aceptar los ciudadanos lo que Puntin infunde como nación en fuerza y en enfrentamiento hacia ellos, se desplazan. No porque descrean de su condición sino porque reniegan de la condición de quien los gobierna, de quien los sojuzga, reprime y condiciona. Así es que miles de familias reúnen lo perentorio y se alejan del lugar en el que tenía asiento su vida, se convierten en extranjeros fuera de sus límites connaturales, asumen para sí el tormento del exilio. Y otra cosa más tajante: el pueblo comienza a no temer el contubernio impúdico del tirano que atenaza la libertad de expresión y la libertad de manifestación, y lo hace con castigos severos. Así es que, pese a la fuerza indiscriminada de la policía y del ejército, salen a la calle en protesta por todo el país sin temor a las detenciones o a que los chicos sorprendidos en esa actitud cumplan en el frente de batalla. De lo cual sale lo perverso y siniestro de la situación: no es el repudio, es el deplorable desequilibrio, país demencial. Y ese es el gran regalo moderno de Putin en patria, en su patria a los compatriotas a los que debiera representar en dignidad. ¿Putin cederá? Esa palabra no satisface a individuos como este. La cuestión es si persistirá en el caos. Se espera. Aunque siempre estos malévolos cuentan con un final. Se verá.

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