el charco hondo

Robus

WhatsApp cayó el martes durante dos horas en todo el mundo, generando incidencias con consecuencias tan globales como inciertas fueron las causas insuficientemente diagnosticadas que provocaron su caída. Cuando la página correspondiente, Downdetector, comenzó a reportar problemas sembrando desconcierto, quizá ansiedad, tal vez convulsiones, y algún que otro malentendido ante la falta de respuesta a los mensajes previamente enviados, durante esos minutos, luego horas, sin poder escribir o que te escriban, sin reenviar o copiar, Robustiano Fariña siguió su mañana con absoluta normalidad, ajeno al problema que estaba torciéndole el día a millones de usuarios; él a lo suyo, desentendido, felizmente ocupado con sus cosas, trabajando sin reparar en el fallo que mantuvo a millones de personas mirando el móvil con insistencia, suspirando, desencajados, preguntándose cuándo despertarían de la pesadilla de estar sin WhatsApp. Mientras los usuarios sentían que les faltaba aire, Robustiano Fariña, copropietario de Bodegas Attis, disfrutaba haciendo lo que más le gusta, lo que se le da extraordinariamente bien, trabajando del sol a sol e incluso después en la elaboración de más de veinte vinos tan excelentes como diferentes, albariños, vinos naranjas, dulces golosos y frescos, rosados de producción limitada. Mientras millones de adictos a WhatsApp sentían que el suelo se evaporaba bajo sus pies, Robustiano Fariña continuó a lo suyo, buscando y encontrándole a la uva cualidades y expresividades, uvas bañadas por el océano que se funde con el noroeste, en Meaño, Pontevedra. A Robustiano Fariña, Robus, que caiga o no WhatsApp no le afecta lo más mínimo, no va con él porque ni lo usa ni lo tiene ni falta que le hace. Robustiano vive, trabaja, respira, desayuna, continúa trabajando, almuerza, sonríe, disfruta, cena y elabora unos vinos espectaculares sin necesidad de escribir, leer o reenviar mensajes, memes o enlaces. Aunque algunos viven en WhatsApp -viven ahí, sí-, hay quienes, como Robus, no lo necesitan, no lo echan en falta, no lo quieren. Días atrás compartí con Robustiano Fariña horas buenas junto a otros amigos, y comprobé que es posible estar sin WhatsApp sin dejar de vivir plenamente, hacer bien tu trabajo, disfrutar creciendo en cantidad, calidad o excelencia, de reír con la facilidad con la que ríe Robustiano Fariña. Sí, se puede, es posible. ¿No tienes WhatsApp?, tú tienes una entrevista -le dije a Robus-. Sonrió y continuó hablando de su pasión, de vinos.

TE PUEDE INTERESAR