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Y todos contentos

Pasó el ciclón, convertido en hermanita de la caridad, y todos tan contentos. Sin darnos cuenta de que nuestras infraestructuras no resistirán muchos temporales porque están hechas para el clima que fue, no para la climatología que viene. Cuentan los meteorólogos que las tormentas atlánticas se desplazan y también los anticiclones. Mañana ya no habrá anticiclón de las Azores, sino de las Canarias, un suponer. Porque los tiempos están descambiados y hasta la NASA encuentra ahora solución para desviar las piedras espaciales que mataron los dinosaurios, que ya no siguen allí. El otro día, como consecuencia de una intervención quirúrgica a una perrita familiar, una de mis hijas me llamó para decirme que la vida era una puta mierda. Pensándolo bien, es cierto, vivimos peligrosamente y parece que los años que estamos pasando son peores que los años del siglo pasado. El siglo XXI ha sido un desastre: crisis económicas, catástrofes como la de La Palma, malos gobiernos, presión por todas partes. No estemos tan contentos porque pasó el temporal sino pongámonos a la tarea de que el próximo no derribe cornisas y palmeras encima de las cabezas de los niños. Es decir, mejoremos las infraestructuras y no seamos chapuceros. ¿Se imaginan Londres con las infraestructuras de Tenerife? Lo que me admira de Inglaterra es que no se moja ni un solo techo y los techos tienen 150 años. Es verdad que la necesidad agudiza el celo, pero es que nosotros no tenemos ningún celo en nada, sólo en ver el fútbol, lo cual tampoco está mal. En fin, que seamos previsores con la meteorología y cada vez que hablo de ella tengo un recuerdo entrañable para aquel hombre del tiempo, don Enrique Cañadas. Salcedo decía: “Acertaba siempre porque decía en el parte que llegaban nubes altas, medias y bajas”. Así cualquiera.

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