tribuna

Resistir al glamur

Madrid castillo famoso que al rey moro alivia el miedo”, como dice el verso de Fernández de Moratín, no ha dejado de ser el reflejo de España, el deseo mejicano de Agustín Lara, la envidia insana del independentismo y ahora la obsesión de un socialismo que se ve incapaz de conquistar sus murallas. Dicen que ha sido invadido por el populismo de una tal Ayuso, a la que le perrean las cantantes brasileñas en el Wizink Center, confundiéndola con la presidenta de un grupo de faceboock. Estas cosas levantan ronchas, aunque yo creo que lo que más lo hace es el efecto imparable de las encuestas. Esta palabra, imparable, es la que utiliza Yolanda Díaz para referirse a su proyecto Sumar, que todavía no cotiza en los sondeos.

Lo imparable debería detenerse un poquito, porque parece que cada vez que se le azuza crece como un suflé al que se le han echado demasiados polvos de levantar. En algunos medios recomiendan dejar la cosa tranquila, porque, si continúan atizando el fuego, la líder madrileña se va a salir del molde. En fin, las cosas están así y no parece que vaya a existir una mano que aconseje la contención. Hoy amanece la prensa hablando de que los demócratas aguantan en EE.UU., algunos dicen que quien lo hace es la democracia, y eso, aunque el contrincante sea muy poco recomendable, está muy mal decirlo y suena a una apuesta por el partido y el pensamiento únicos. También en El País se da por sentado de que hubo actuaciones de la Guardia Civil en territorio español, en el caso de la avalancha de inmigrantes de Melilla. Lo dice la BBC y en el periódico han visionado los vídeos. En todos, y no en esa pequeña selección que avala las declaraciones de Marlaska.

Ya hasta el Boletín Oficial del Estado se atreve a decir que el ministro tiene los días contados. Esto sería normal si no fuera porque el rumor avanza que este es el gallo tapado que tiene Ferraz para enfrentar a los populares en Madrid, el próximo mayo; no el pasado, como decía Carmen Calvo. En este caso me atrevería a decir que las circunstancias hacen que sea peor que Gabilondo. Además, ahora ya no hay un Pablo Iglesias que salga al quite para salvar la plaza, dejando a la inmaculada Yolanda al frente de la parte que le corresponde en la coalición. ¿Qué será de Madrid? ¿Crecerá Errejón? ¿Pinchará Vox? ¿Ayuso conseguirá su mayoría absoluta? Nadie lo sabe, pero a buen seguro que si continúan presentando la estrategia de un frente desordenado algo de esto acabará ocurriendo.

Por el momento, Tezanos dice que el PSOE le sacará 6 puntos al PP. Si yo fuera Pedro Sánchez haría coincidir las generales con las municipales y autonómicas y así aprovechar el tirón, pero va a ser que no, que todo es mentira y se prefiere andar con ataques a la desbandada, como los toros que sufren una estocada atravesada defendiéndose junto a las tablas.

Pues sí, a Ayuso le perreó una cantante y ella se puso las manos en el cuello como si estuviera en una despedida de soltera viendo a un boy bajándose el tanga. Lo peor es que esto es aprovechado por un comentarista que ve desgaste en denunciarlo cuando lo que se lleva es eso. La reina es la presidenta, porque a su lado estaba Belén Esteban y nadie se acercó a ella para bailarle el agua.

Quizá Marlaska mueva algo en Chueca, que lo dudo, pero el panorama electoral lo veo muy confuso. Madrid sigue siendo el castillo famoso que al rey moro alivia el miedo. Lo que no sé es a qué rey se refiere el verso. Ahora se trata de resistir, de resiliencia, un viejo eslogan que estaba escondido en el cajón desde que Irene Lozano lo sacó a relucir. Vuelve la moda. Resiste Biden al ataque despiadado de los republicanos, resiste la economía, que ahora se presenta robusta, resistimos a la COVID desde los balcones, y hay que aplicar la resiliencia contra el cambio climático como proponen las Naciones Unidas.

Otra vez con Manolo y Ramón cantándonos en la oreja para resistir los embates de Isabel Ayuso mientras la plataforma de Yolanda asciende de forma imparable con las reticencias de Pablo Iglesias. Lo siento, pero este es el panorama que observo. Mientras no me diseñen otro, es lamentable y escasamente resiliente.

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