Cómo puede ser que alguien que gobernó en algún lugar haya sido perdido para la Historia? Este es el caso de Sposian, que ejerció su poder sobre la Dacia romana, y que ahora se le reconoce su existencia al dar por buenas unos dineros con su efigie que hasta ahora se consideraban falsas. Lo que me parece sorprendente es que aparezca un redivivo de las crónicas por un milagro de la arqueología. Quizá todo se explique por la escasa concreción de la noticia y por el sesgo sensacionalista que tiene para el periodismo un hecho de estas características. ¿Cómo se puede explicar que alguien que tuvo el mando sobre un territorio haya desaparecido de los anales sin dejar vestigio alguno y tenga que ser rescatado para la memoria por unas monedas perdidas? Y después dicen que la numismática no sirve para nada. Me hago la pregunta de cuántos Sposian han existido en el mundo de las letras y de las ciencias, y hasta de la política, que han pasado sin pena ni gloria. Las obras de los hombres se diluyen en el limbo de la historiografía para que luego puedan ser rescatados por los investigadores. Mi pregunta es si esto puede ocurrir con todos los que han sido, o el olvido se encarga de borrar solo a aquellos que pasaron sin pena ni gloria. A veces se entierran las cosas negativas de los personajes históricos y sus exegetas se dedican a ocultar lo que en el tiempo de sus vidas fue más prevalente. Por ejemplo: si un personaje es famoso por sus mentiras, ¿consideran ustedes posible que los encargados de hacer su biografía interesada destaquen esta circunstancia? En el supuesto de que existiera prensa para reseñar estas cosas, ¿creen que sus partidarios iban a permitir que quedaran en pie los testimonios nefastos de su paso por el poder? Yo creo que no. Cuando fue decapitado don Álvaro de Luna, su enemigo más importante, el marqués de Santillana, se encargó de borrar cualquier recuerdo sobre el valido del rey. Esto no fue óbice para que sus familiares rescataran su fama por medio de algunas estatuas de mármol. El mármol es, como las monedas, el factor que deja constancia de la fehaciencia de algo. Esta aparición del gobernador Sposian me indica que la memoria histórica es más larga de lo que parece, y que, al fin, la verdad de lo que un día se intentó ocultar se mostrará con total claridad. En realidad: ¿qué le importa al tal Sposian que ahora se airee su existencia? Mejor dicho: ¿qué nos importa a nosotros si Sposian fue verdad o solo una falsificación en la cara de unas monedas? Ahora reflexiono sobre esto que escribo y pienso a dónde irá cuando a la gente deje de interesarle. El mundo moderno y tecnológico en el que vivo lo tiene todo previsto. Irá a la nube: un lugar invisible que, como un cielo moderno, recoge todo lo secreto e inservible, malo o bueno, de nuestros actos, como si fueran a formar parte del sumario del juicio final. Estoy vendido por la nube. Hasta hace poco pensaba que mi verdadero enemigo era el disco duro, pero no, existe algo etéreo, algo sin substancia que hace imposible que los Sposian vuelvan a quedarse en el anónimo para siempre. El que sea capaz de penetrar en ese ambiente gaseoso, en esa nube que recoge nuestras meditaciones y nuestros pensamientos, tendrá acumulado el poder que siempre ansiaron los tiranos: llegar a poseer las intimidades de sus súbditos. ¡Qué peligro! Quién le iba a decir a Sposian, que ni siquiera tenía tumba ni anales para recordarlo, que por culpa de su perfil en unas monedas iba a resurgir unas decenas de siglos después. Nadie está seguro con su pasado, ni nadie es borrado del todo de nuestros recuerdos, cualquier detalle sirve para resucitarlo.
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