tribuna

Messimismo en Catar

Cuando Benedetti dijo que la única prueba fehaciente de la existencia de Dios había sido el famoso gol con la mano de Maradona a Inglaterra en 1986 se retomó la denostada poesía del fútbol y sus metáforas, se escribió poéticamente como hacía Manuel Alcántara de las jugadas con rima y la lírica de los goles. Y se desempolvó a los poetas futboleros, los Celaya, Alberti, Miguel Hernández o García Montero. Luego, la poesía del césped se asoció, con o sin razón, al tiki-taka, que ha perdido crédito frente a Marruecos (el día de la marcha roja), al 4-4-2, al menottismo, a Cruyff, a Guardiola. A Valdano, que jugó ese día con Maradona y todos lo llamaban el poeta del fútbol. Luego estaba la contraparte de toda esa concepción efusiva y progresista representada por Bilardo, Clemente, Mouriño o Capello.

La final de hoy entre la Argentina de Messi y la Francia de Mbappé no sé si será un partido estéticamente excelso o prosaico. Messi hereda la magia de Maradona, que no era especialmente letrado pero tenía arranques de inspiración y aquella vez, tras el partido, dijo que el polémico gol lo había marcado «un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios». El mismo que la hizo la bautizó. Mbappé discurre por otros derroteros, pero su fuerza le encumbra, como a Cristiano Ronaldo, injustamente proscrito en las postrimerías de una carrera hipnótica.

En la misma velada de aquella postal de musas tramposas, su autor haría otro tanto memorable, tras dejar en el camino a medio equipo inglés. Una encuesta de la FIFA lo calificó el mejor de la historia, “el gol del siglo”, el que cerró el 2-1 y el pase de Argentina a semifinales en el campeonato que ganó.

Durante un viaje a Buenos Aires busqué al hombre que narró ese gol como un cantar de gesta: “Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, deja al tercero y va a tocar para Burruchaga… ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… Gooooool… Gooooool… ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Diegoooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme… Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste?” Pero el periodista Víctor Hugo Morales estaba fuera del país y me quedé con las ganas. Esta semana, en el tercer gol argentino frente a Croacia, que marcó Julián Álvarez tras una asistencia maradoniana de Messi, la voz de Víctor Hugo pareció regresar al Estadio Azteca hace 36 años y describió la jugada de la reencarnación en Catar: “Viva el fútbol, viva el fútbol, viva Messi. Arlequino maravilloso, servidor del arte del fútbol, mimo increíble. Con un solo gesto es capaz de mostrar la belleza del deporte. Aladino eterno del fútbol”. Sin embargo, la de Messi es más bien una historia de tango, que Discépolo definía como «un pensamiento triste que se baila». Por esa melancolía natural de su desamor con los Mundiales, hoy, quienes desean que lo gane en su última oportunidad, se sienten messimistas; permítanme llamar con el palabro de un buen amigo el pesimismo afectuoso y supersticioso hacia el astro próximo a la jubilación. El presentimiento no acompaña a los partidarios de Messi, hay un yuyu a esta final que remueve los sortilegios. El propio Benedetti dijo que “un pesimista es solo un optimista bien informado”.

En EE.UU., hace casi 30 años, Maradona parecía resucitado tras los escándalos del consumo de cocaína, y una foto recuerda a la enfermera llevándolo de la mano a hacer el control antidoping: lo apartaron porque dio positivo en efedrina, para mi disgusto. Siempre creyó que fueron a por él. Los messimistas piensan que el catarí Al-Kheläifi, presidente del PSG, y el joven emir insaciable Al Thani, dueño del equipo francés y presunto corruptor de eurodiputados, prefieren que Mbappé conquiste el Mundial que organizan sus padrinos, los que impidieron que se fuera al Madrid y le deben el premio de caza mayor. El messimismo es producto del tango que el destino asignó hasta ahora al 10 albiceleste, que para ser dios ha de vencer hoy no solo a Francia sino a Catar con las armas de Cortázar, con cronopios frente a famas, justo cuando el libro del escritor argentino cumple 60 años. Messi ha de romper el maleficio o conformarse con su gloria actual, que es casi toda. Apologetas y detractores hoy miden sus fuerzas.

Uruguay, el paisito de Mario Benedetti, donde dicen “qué bueno el canario” para referirse a un mate que lleva nuestro nombre por haber fundado Montevideo, le ganó la final a Brasil en el Maracanazo. Un Mundial mitad canario, por tanto. Brasil era infinitamente superior, pero Obdulio Varela, el mediocampista capitán charrúa, arengó a sus compañeros en el vestuario haciéndoles olvidar que en las gradas había 200.000 seguidores de un poderoso anfitrión que se sentía campeón de antemano: “¡Los de afuera son de palo!”

Desde ese día, 16 de julio de 1950, en las finales mundialistas no hay favoritos. Hoy, en Catar, Messi y Mbappé juegan contra esos duendes, que deciden en última instancia si Casillas aborta un mano a mano con Robben y en la prórroga Iniesta hace el gol de España que valdrá el título.

El Mundial de Catar ha afeado algunos fundamentos del fútbol y los derechos humanos, y ha puesto al descubierto ignominias de un tiempo de fastos y crueldades, de corrupción y guerra, de lujos y pandemia sin límite. El poderoso emirato (apenas medio millón de habitantes más que Canarias, pero uno de los países más ricos del mundo), el de los sobornos a Eva Kaili en el Parlamento Europeo, cuyo petróleo y gas le da para comprar un Mundial con público de abasto, admite todas las suspicacias este domingo.

Jugamos a la pelota desde niños con instinto primitivo, como decía Huizinga. En los cromos del álbum del Mundial mi hijo se quejaba de comprar sobres sin que le tocara la estampa de Messi. Ayer la consiguió. Este planeta con forma de balón no repara en milagros, ahora mismo el de la fusión nuclear para que un día dispongamos de energía inagotable. Si somos capaces de imitar al Sol, que venga Dios y lo vea. Quizá Maradona baje y eche una mano a su avatar en Catar.

TE PUEDE INTERESAR