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El robo más surrealista de Tenerife: asalta una casa y regresa al dejarse las llaves del coche

"Parecía que todo formaba parte de una película", reconoció la víctima del robo, ocurrido esta misma semana; en su huida, al delincuente se le estropeó el coche

Garachico es uno de los pueblos más bonitos de España. Lo es, además, porque mantiene ese encanto de la normalidad de lo cotidiano, que todo el mundo se conozca o que muchas casas queden sin cerrar, pero un suceso ha sacudido esa tranquilidad por lo que ha sido, seguramente, el robo más surrealista de Tenerife. Al menos, en los últimos tiempos.

Pongámonos en situación. Ocurrió esta misma semana. Son poco más de las 07.00 horas. Un joven, visiblemente nervioso, entra en una vivienda de Garachico aprovechando que hay una ventana abierta por la que puede colarse. Rompe parte de la misma y accede al interior. Allí vive un conocido vecino, de unos 80 años, que, sorprendido, ve al hombre blandir un cuchillo cebollero de grandes dimensiones.

A gritos, el individuo le pide “todo lo que tenga” quiere, sobre todo, “dinero y joyas”, es algo que insiste. Este vecino tiene algo a su favor: debido al trabajo que desarrolló durante toda su vida ha sido entrenado para este tipo de momentos: sabe mantener la calma, hablar bajo al asaltante, tener la situación controlada dentro de lo imprevisible de la misma.

Pero el asaltante está muy nervioso (se trata, según fuentes cercanas al caso, de una persona con problemas de drogodependencia) e insiste en que le entregue “todo” lo que tiene. La víctima, en tono pausado, le pide que le deje, al menos, su documentación.

El asaltante se lleva dinero, joyas y otros objetos de valor dentro del suéter con capucha que lleva. En su huida, muy apresurada, deja caer el cuchillo en la calle, algo que ve un trabajador que ya a esa hora se encuentra en las calles de Garachico, donde luce el sol.

El robo más surrealista de Tenerife: “Parecía una película”

Es ahora cuando llega lo más llamativo y surrealista del suceso. El ladrón regresa al ver que ha perdido el cuchillo (también dejará caer parte de una pipa para fumar crack), pero, sorprendentemente, también vuelve a entrar a la casa. El habitante de la misma, esta vez sí, se sorprende sobremanera: “¿Qué más quieres de mi? Su asaltante se ha olvidado las llaves del coche, preparado para poder escapar, dentro de la vivienda. En un alarde de insolencia, se dirige a la víctima, casi en tono festivo: “¡Dame un abrazo, viejo!”.

Sigue el cúmulo de despropósitos. En su fuga, el vehículo que usa (de un amigo), empieza a fallar. El ladrón aún no lo sabe, pero se ha estropeado. Tanto que lo deja tirado en la carretera. De ese modo lo alcanza la Guardia Civil solo media hora después del atraco. Lo encuentra, además, con todo lo robado pudiendo ser devuelto a su legítimo propietario.

Todo le incrimina, como manchas de sangre al cortarse al acceder a la vivienda, o que el cuchillo que ha usado, en otro giro de los acontecimientos en esta antología del disparate, es de la misma casa asaltada. El detenido tiene antecedentes policiales y, además, no era de la zona, simplemente “pasaba por allí” cuando vio la oportunidad de conseguir dinero (creía que fácil) en una casa que, también según fuentes cercanas, pensó que estaba vacía.

El robo más surrealista de Tenerife se saldó, afortunadamente, sin heridos y con todo el dinero recuperado pero la víctima sigue pensando que todo lo sucedido forma parte “de una película”. Una comedia disparatada.

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