tribuna

Cebrián en 13

¿Hablamos otra vez de Cebrián? Anoche salió en 13 TV y ya sabemos que eso es suficiente para que algunos le pongan la etiqueta de facha. También a los incautos que lo vemos y nos atrevemos a hablar de él. ¡Qué flaca es la memoria! No nos acordamos de cuando Pablo Iglesias se promocionaba en la cadena de la COPE y en Intereconomía, o de la asiduidad con que aparecía en los debates de Antonio Jiménez un desconocido Pedro Sánchez que ofrecía la imagen de la moderación dentro de un PSOE en caída libre. Cuando eso ni siquiera se sospechaba que fuera a ser el secretario general de su partido. ¿Quién nos iba a decir que hoy iba a salir Cebrián a decir que ese mozo espigado es un serio peligro para el sistema democrático? Anoche se habló de Juan Linz, mi admirado sociólogo al que escuché hace cuarenta y cuatro años en Aravaca decir lo que anoche nos recordaba el periodista: el riesgo que implica meter en el Gobierno a un partido antisistema, equivalente a introducir una manzana podrida en el cesto. Las cosas no andan bien en el mundo y se reproducen los escenarios de la Europa convulsa de los años treinta. En España también. Unos nacionalismos estúpidos provocaron una guerra y, como consecuencia, unos años más tarde, surgió el fascismo y el totalitarismo para intentar llevarse el gato al agua. Ahora andamos en algo parecido, solo que situado en unos extremos que son algo más que testimoniales y amenazan con destruir el estado de derecho y nuestras garantías democráticas. No exagero. Sólo hay que asomarse al debate de diario para comprobar que esto es así. Lo dijo Cebrián, que me parece una persona respetable, y lo palpé en la entrevista de Cercas a Macron, que publicaba El País coincidiendo con la cumbre hispano francesa. Después de la reunión, Sánchez salió con su mejor susurro para decirnos lo extraordinariamente bien que van las cosas, mientras en la calle le gritaban botifler a Oriol Junqueras. Quién sabe si gente del PSC. Pero no hagan caso. Si hace falta volverán a formar un tripartito con él. Y si pretende seguir siendo presidente, eso será necesario, no les quepa la menor duda. Barcelona era un grito independentista asfixiado por el reencuentro de la afirmación europea. Francia y España por una vez de acuerdo en considerar a los independientes como un problema común. Junqueras corrido como una raposa y Trías subiendo en las encuestas. ¿Con cuál de los dos pactará el PSOE? Elegir al inapropiado será romper el bloque de la izquierda y eso no puede ser, por lo que me temo que volveremos a la geometría variable, que es más invariable que nunca, y lo que toca es repetir el Frankenstein. De lo que pase en Barcelona dependen muchas cosas para el futuro. Anoche recordaba Cebrián los dos golpes que recibió la República: el protagonizado por Largo Caballero, en 1934, y el de Companys en la Generalidad, sofocado por el general Batet, que luego fue fusilado por Franco. Se refería a esto para hablar de la desmemoria. La desmemoria que ahora sufrimos está encaminada al desmantelamiento de la Transición, algo por lo que, en la izquierda actual, nadie está dispuesto a dar un duro, salvo algunas antiguallas como Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina o el propio Juan Luis Cebrián. ¿Qué nos ha pasado para que hayamos llegado hasta aquí? Alguien dice que es un mal generalizado en el planeta, un cambio de giro, ese secreto que hace funcionar a las novelas. Que el mundo está siendo sometido a una variación sorprendente y que eso obliga a cambiar los modelos. Entonces estamos ante personajes amoldados extraordinariamente a la modernidad, gente que entiende lo que ocurre de una forma que a los demás se nos oculta, que lo que nos ocurre es necesario para la construcción de una vida mejor, y que para eso es imprescindible que empecemos a ver las cosas de otra manera, que sea normal lo que a nivel de calle es normal, como decía Adolfo Suárez. Lo que pasa es que esa nueva normalidad está fabricada por una ingeniería social ayudada por los falsos realitys que construyen el relato de lo cotidiano. Macron decía ayer que esos relatos están mal escritos y que ojalá el español se lo encargaran a Cervantes. Pero a Cervantes ya nadie lo lee para nuestra desgracia. Ahora ha sido sustituido por un algoritmo.

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