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Condenados a 73 años de cárcel por robar, golpear y secuestrar a una anciana en Tenerife

Una vez en el interior de la vivienda, los detenidos despertaron a la mujer, la atemorizaron con un cuchillo, aprovechándose de su delicado estado de salud y desconcierto al ver a tres personas encapuchadas en medio de la madrugada
Audiencia Provincial de Tenerife
Condenados a 73 años de cárcel por robar, golpear y secuestrar a una anciana en Tenerife. DA

La Audiencia Provincial de Tenerife ha impuesto una pena global de 73 años de cárcel y el pago de 68.000 euros a tres hombres que entraron en la casa de una mujer de 80 años en Puerto de La Cruz por la noche, la golpearon, robaron y durante tres horas la mantuvieron secuestrada.

Los hechos tuvieron lugar en la madrugada del 27 de junio de 2019 sobre la una de la madrugada, momento en el que los tres condenados se presentaron en la vivienda con el fin de hacerse con todos los objetos de valor que tenía la propietaria.

Según la sentencia, eran además conscientes de que iban a causar daños físicos, o al menos, intimidar a la víctima.

La Fiscalía sostuvo que los hechos eran constitutivos de un delito de robo con violencia e intimidación en casa habitada, con uso de arma y detención ilegal, todo ello llevado a cabo con los agravantes de haber realizado estos delitos disfrazados y abusando de su superioridad.

Por todo ello pedía la misma cantidad de años de prisión y una indemnización de 68.500 euros mientras que la acusación particular ejercida por la familia se adhería a lo solicitado por la Fiscalía pero aumentaba en 30.000 euros la compensación por los daños morales causados.

Una vez en el interior los detenidos despertaron a la anciana y la atemorizaron con un cuchillo de cocina de 22 centímetros de largo y 12 de ancho, aprovechándose de su delicado estado de salud y desconcierto al ver a tres personas encapuchadas en medio de la madrugada.

La mujer fue objeto de repetidos, violentos y graves golpes en el rostro, cabeza y cuerpo, le apretaron fuertemente el cuello, ejerciendo presión como si fueran a estrangularla. Los tres hombres usaron cinta americana para maniatar a la víctima de pies y manos, amordazaron, inmovilizaron y taparon la boca para que no pudiera pedir auxilio.

Durante las tres horas en las que los ladrones estuvieron dentro de la casa se dedicaron a registrarla y forzaron con violencia una caja fuerte en cuyo interior había lingotes de oro por valor de 70.000 euros, sin conseguir abrirla.

Finalmente, de la cartera de la mujer sustrajeron documentación y apenas 100 euros además de algunas joyas que había llevado la noche anterior.

Los agresores abandonaron la casa sobre las cuatro de la mañana y la víctima sería hallada cinco horas más tarde por su asistenta.

Tras recibir asistencia médica se comprobó que sufría traumatismo craneoencefálico, conmoción cerebral e infarto hemorrágico, hematomas en el cuello por los intentos de estrangularla, múltiples golpes en la cara y en el ojo derecho.

Lesiones todas ellas que tardaron 45 días en curarse, dado que tres de las secuelas eran muy graves, 10 graves y 32 moderadas.

La sentencia indica que el asalto causó la agravación de su estado previo a causa de la edad y mayor deterioro cognitivo y de capacidad funcional, trastorno de personalidad y alteración de las funciones cerebrales, cambios de humor, reducción de la vida social y necesidad de contar con ayuda para las labores diarias.

Los vecinos que la encontraron por la mañana la vieron de pie, en la puerta, en un estado que calificaron de “lamentable”, con restos de cinta americana en las piernas, cuello y brazos, de sangre y signos de haber sido golpeada.

La casa estaba también totalmente revuelta y destacaba la caja fuerte que no había podido ser abierta. La víctima apenas podía hablar y a duras penas explicó que había sido asaltada por dos hombres, tenía la mirada perdida y se encontraba “como ausente”..

En la identificación de los autores de los delitos fue básica la interpretación de las imágenes que aparecen en las cámaras de videovigilancia, tanto esa noche como en los días previos. De esta manera se observó a dos varones que estuvieron en el edificio, uno de los cuales abría las puertas con los codos, con el fin de no dejar huellas, entre otros movimientos sospechosos.

Las imágenes fueron repartidas por las comisarías de la isla y la respuesta resultó inmediata: se trataba de delincuentes con antecedentes por robos. El seguimiento de los teléfonos móviles a su nombre o de familiares también determinó que aquella noche habían estado en el lugar, y los acusados no fueron capaces de ofrecer una versión coherente tanto de este hecho como de que estuvieran merodeando el edificio en días previos.

Las explicaciones ofrecidas por los acusados y las personas de su entorno fueron “endebles” y además resultaron identificados en una rueda de reconocimiento por los vigilantes y algunos testigos quienes ratificaron que las características físicas de los encapuchados coincidían con la de los condenados.

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