tribuna

Kissinger

Henry Kissinger, en su libro Orden mundial, de 2016, decía que la próxima guerra se libraría en el ciberespacio. Las amenazas nucleares seguirían siendo las mismas y su efecto disuasorio, también, a pesar de que se utilizaran como propaganda para desmoralizar a una de las partes. En 2016 ya se habían iniciado los conflictos en Ucrania, aunque aún no se había producido la operación militar que ha devenido en una invasión abusiva del país. Ahora estoy a la espera de que Amazon me sirva su última publicación, Liderazgo, de la que dispondré el próximo 9 de marzo. Kissinger ha sido un testigo directo de lo que ha ocurrido en la política internacional durante el pasado siglo, y se encuentra en el lugar privilegiado para contárnoslo. Afirma, después de haber analizado la influencia de los grandes imperios, que el concepto de orden mundial emana de Europa, y que está contenido en los principios del Tratado de Wesfalia, al finalizar la Guerra de los Treinta Años. Vivimos en el tiempo del ciberespacio y esa es la gran novedad y la gran diferencia con el pasado, incluso con la nuclearización de las actuaciones militares que han sido la clave durante el largo periodo de la guerra fría. Este periodo se ha caracterizado por el abandono de las potencias en sus objetivos, como en los casos de Corea, Vietnam, Afganistán, etc.

Estamos situados indefensos en medio de las autopistas de la información, que, por serlo, tienen también la oportunidad de ser controladas para que sepamos aquello que interesa saber y, en ocasiones usarlo como demagogia engañosa. En ese mundo nos vemos metidos de lleno, en la creencia de que lo poseemos plenamente sin darnos cuenta de que, en realidad, estamos poseídos por él. Hoy se convierte en un escándalo que el presidente Biden tenga documentos de carácter reservado en su domicilio, y esto nos da idea de hasta qué punto podemos presumir de ser conocedores de lo que ocurre en el mundo y de cuales son las intenciones de los laboratorios encargados de controlar al poder y manejar los destinos de la llamada globalización.

En realidad somos unos ignorantes que estamos a expensas de las decisiones de un grupo decisor al que no le conocemos el rostro. Algunos llaman a esto que digo teoría de la conspiración, pero si no lo es, se le parece bastante. Confieso que ignoro lo que pasa en Ucrania, ni cuáles son los riesgos, ni los motivos que llevan a algunos países a ser comedidos en el envío de armamento, como ocurre ahora, por ejemplo, con Alemania. Conozco algunas palabras pronunciadas por el presidente de Francia con referencia a la prudencia, y otras que hablan de la victoria total como la única salida del conflicto, olvidando que ese caso no se da en el planeta desde el final de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de todo, las autopistas de la información, por lo menos las que están a disposición de nuestro consumo, juegan a un proselitismo de violencia, exhibiendo imágenes terribles de los efectos de la invasión. Se vende una situación de escándalo en lugar de sensibilizar a la población hacia otras soluciones más razonables. El ciberespacio al que se refiere Kissinger es también la rapidez con que se transmiten, sin control alguno, o quizá con uno muy calculado y secreto, las noticias que dan vuelta al planeta en pocos minutos, expandiendo la versión oficializada de lo que acontece. ¿Es aquí dónde se libra la batalla? ¿Son estas las armas modernas que colonizan nuestros pensamientos con mayor interés que nuestros territorios? Sería bueno reflexionar un momento sobre estos asuntos y tratar de ver al mundo con la realidad descarnada con que se nos presenta en el tiempo actual. Kissinger tiene ahora 99 años, pero ya quisiera yo estar la mitad de lúcido que él.

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