por qué no me callo

La batalla de Hugo por la vida

La historia de Hugo, contada este lunes por el periodista Juan Jesús Gutiérrez en DIARIO DE AVISOS, conmueve y golpea como pocas noticias pese al listón que hemos alcanzado. Un chico de apenas 16 años enfrenta un reto descomunal que convierte su vida en una auténtica odisea. El accidente que truncó su adolescencia le transforma en un hombre prematuro de marca mayor, un héroe todo el tiempo; la esperanza, en su caso, es máxima y la ciencia y la medicina habrán de abrirle paso en el futuro. No todas las vidas han de ser iguales. La historia está llena de paradigmas y ejemplos de superación. A Hugo le aguardan las más revolucionarias tecnologías de la psocomotricidad.

No, todas las vidas no están cortadas por la misma tijera; las que empiezan de un modo desafortunado experimentan, con frecuencia, mejor progresión. Las vidas fáciles, a menudo, tienen, en cambio, peores correlatos, consecuencias nefastas. Este es un caso de grandeza personal, sin duda. En estas historias está la vida sin ambages, no hay vuelta de hoja. Aquí yace la verdad de lo que somos, lo que nos recuerda nuestra fragilidad, nuestro Talón de Aquiles. El de todos. La valiente madre de este chico es su mejor ariete en la lucha contra lo que se ha topado tan pronto y tan joven. Jennifer de la Rosa, la madre coraje de este joven que nos concierne tanto desde que conocemos su drama, demanda públicamente ayuda con todas sus fuerzas. Hace seis meses, su hijo fue de excursión con los amigos. Buen estudiante, salió por primera vez bajo su responsabilidad a disfrutar de un día de playa en el Puertito de Güímar y al zambullirse tocó fondo y sufrió una lesión medular que le incapacita en más del 90% en la actualidad. Ahora permanece ingresado en una unidad del Hospital Insular de Gran Canaria, tras superar delicadas operaciones en la Candelaria de Tenerife. Jennifer se rebela contra la adversidad. No hay conformismo pasivo en aceptar el duro proceso que aguarda a su hijo, si no se baja la guardia para seguir peleando por la vida; es un acto de sabiduría la aceptación de lo que acontece, pues negar lo sucedido es no asumir la batalla, sino sucumbir a la derrota. Esta gente quiere levantarse y necesita todo el apoyo posible. Son tiempos de solidaridad o nos habremos perdido para siempre humanamente.

La vida les ha cambiado a los tres, a la madre, a Hugo y a su hermano, de la noche a la mañana. Una familia que empujaba, todos a una, para salir adelante chocó con esta cruda realidad. El fiero rayo del azar una noche de tormenta. Jennifer de la Rosa es una mujer separada tras una relación fallida, una madre que ha criado sola a los hijos, que sabe lo que es trabajar desde los 16 años, como relataba ayer en este periódico, y que ha perdido todo desde el día que Hugo casi pierde la vida. El trabajo, la casa de alquiler, la ilusión que recargaba las pilas… y ahora resiste desde un piso compartido de la Cruz Roja en Las Palmas para estar cerca del hijo. Jennifer es una mujer pidiendo socorro a las administraciones con todas las urgencias de la vida pisándole los talones. Socorro para conseguir una vivienda adaptable a la situación de Hugo en su isla, Tenerife. Socorro para costear las necesidades de su minusvalía, la cama articulada, el baño, la grúa, la silla especial… En El Sobradillo, sus vecinos y amigos recaudan dinero; sus familiares venden flores de pascua. El 20, en el terrero de El Escobonal, se celebrará una luchada a beneficio de Hugo.

Ahora es de esperar que en instancias públicas (Ayuntamiento, Cabildo, Gobierno canario) o anónimas se les ofrezca un salvavidas. Si los gobiernos, el Estado y los impuestos tienen algún sentido es este, auxiliar y proteger sin excepción a los más desesperados. O el sistema, el Estado de Bienestar, con todo su statu quo, pierde, y ganan quienes atentan contra nuestro modelo de vida. Las urnas que ya nos convocan nos recuerdan que los más vulnerables tocan a la puerta.

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