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Sunset

Ilustración: María Luisa Hodgson

Los artículos de Salvador García Llanos son tónica habitual en la bandeja de entrada del correo electrónico. Al presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, prolífico y hábil en los mensajes, le leo especialmente cuando no turba el paisaje con la política frentista, cosas de lo público que a estas alturas desagradan. Huyo de protagonistas en la necedad y de sectarismos de sanedrín. No es el caso de Salvador. ¡Qué le quiten lo bailao! En su sosiego vital y escribiente concita afectos y luces. Es fiel en el remanso y resuelto en el embate. Como el primo de Zumosol es del siglo XX, del Cambalache de Gardel. El siglo XXI es más rápido e hiriente. Distinto, incluso mejor. Atina el tango y atina el periodista en sus valoraciones. Será el encantamiento del Puerto de la Cruz, ciudad querida a la que sirvió una vez con sabio bastón de mando. Suficiente. Luego regresó a los bastidores, a la belleza de la letra, al hábitat de la cultura. Y en ellas persevera. Y en sus andares.

Tropiezo con el exalcalde en la plaza del Charco, aquella que se corría y se jugaba con pantalón corto. Columpios. Ahora no reparo en el balanceo sino en un castillo o algo así. Y me subo como un pibe a la almena o eso parece. Niñas, niños y teléfonos móviles. Bullicio en la arena. En el Quiosco el camarero atiende comandas de cortados, refrescos sin Orange Crush, papas fritas, agua con gas y sándwiches mixtos. El sándwich mixto tiene erótica. Jamón y queso eternos. Y toque de mantequilla. Necesaria la insinuación, la chispa, la sal. Seductor un hombro desnudo y, si tercia, ojos verdes que te miren y no desvíen la mirada. No se puede estar siempre en la pretenciosa cordura.

Hacia Punta Brava camino, hacia el rompiente embravecido. Miedo. Y en el callejero, una callejuela y la plaza Benito Pérez Galdós que trae la marea. En la plazuela te quedas, en su calma y en su literatura. Imaginas a Gabriel de Araceli, el pillo de playa que llegó a general. Fantaseas con las páginas de Trafalgar, episodios nacionales que no se acaban. Inagotables las crónicas de la memoria. Historias de ayer y hoy. Vuelves a la realidad. Gambas al ajillo, guiris en el repose, vino blanco, una cruz de madera. Prosigue el día, el año que empieza y se va. No será igual. Fe.

Puerto pionero, animado y distinguido. Imposible acostumbrarse a su Teide, menhir de Arautápala. Humboldt, Agatha Christie, André Breton… amanecieron en sus flores. Flores en el Muelle Pesquero, en Martiánez, en Taoro. Flores en Litre y en tu piel. Emociona el enamoramiento. Primeros pasos. Una y mil veces. A la vuelta de la esquina, adoquines mojados, un mural en la pared que no habías visto, pijama en la alcoba y taconeo en los charcos del bajío. No tiene sentido. ¡Qué más da! Coges la bicicleta, la guagua, el tranvía. Idas y vueltas. Ciclista a pedales y pasajero con mascarilla. Chifladura.  Tardeo en el Puerto y mañana en el Duque. Shooting con influencer de postín en Costa Adeje. Vertiente Sur. Gran Hotel brilli brilli en el azul. Espá y baño de espuma. Terapia relajante en la sopera, placer reconfortante para el cuerpo y el alma si se tiene. Por momentos olvidas lo demás. Desayuno flotante, horas en el celofán del lujo. Luz, champán y fresas. Se pone el sol en Tenerife. Sunset en el paraíso atlántico que se vende bien en la Feria Internacional de Turismo. Oasis en el estrés para un son lento, muy lento, casi quieto. ColaCao, bufé y regreso a lo ordinario en BMW de alta gama. Transfer en el cielo.

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