visiones atlánticas

Igualdad y diferencia

El taxón de Homo sapiens en la clasificación de especies tiene dos sexos diferenciados, con un alto grado de dimorfismo sexual. El sexo en la evolución implica un salto cualitativo reproductivo. Homo sapiens es la especie vencedora de los homínidos por su capacidad de colaborar, con un lenguaje que nos hace comunes. Enfrentados a la evolución cultural, igualdad y diferencia, son términos complementarios que no contrapuestos. Todos en idénticas situaciones tenemos los mismos derechos y deberes. Las sociedades occidentales son herederas de las sociedades agrarias del neolítico, que a partir de la gens grecorromana es de dominancia masculina y patriarcal.

Las “democracias liberales” del mundo son las más desarrolladas y los derechos de la mujer están más avanzados, como demuestran los saldos migratorios hacia ellas. El abandono de los principios de libertad, igualdad y fraternidad, sustituidos por los valores del “multiculturalismo neocomunista”, han dislocado las leyes, la Constitución y el Código Civil, mutados por la puerta de servicio. Y no es solo deslealtad, impericia, soberbia y contumacia, las que ejerce la podemia y asume nuestra nación en quiebra, sino la lógica de un proyecto identitario imposible. Cuyos efectos demoledores vemos en la últimas leyes, ley del solo sí es sí, ley Trans, ley del Aborto, ley de Eutanasia y leyes de vida y muerte. Donde la ideología y los intereses económicos priman sobre la razón y el humanismo. De actualidad, ley del solo sí es sí, donde se parte del doble conflicto de primar contra la constitución, el derecho de la mujer sobre el hombre y, con ello, la presunción de inocencia, y anula la patria potestad de los padres. Por si faltaba algo, se ignoran, contra reiteradas advertencias, los principios básicos del derecho penal, al contraer en delito único agresión y abuso. Con lo que los 4.000 encarcelados pueden acogerse a la pena inferior, sin que pueda modificarse el resultado. Esta legislación desigual ofrece por resultado concentrar sus efectos perniciosos, sobre los más débiles de la cadena. Como vemos con la Ley Trans, que ha producido la renuncia de la primera ministra de Escocia y la vuelta atrás, de la legislación y oficina trans del Reino Unido, visto su fracaso, al igual que el de otros países de la UE. La “disforia real” de género es un fenómeno menor en relación a sus distorsiones políticas, donde se abunda en una eclosión cultural de “géneros no binarios”, transgéneros, intersexuales, fluidos, sin género, con identidades apartadas de su sexo biológico. Que aprovecha la industria trans, para forzar las voluntades más débiles. En el Reino Unido se ha cebado en los autistas, trastorno alimentario, abusos sexuales, familias desestructuradas. En los jóvenes más vulnerables, el 75% de ellos niñas, quizás buscando el patrón masculino. Un fracaso en toda regla que llaman progreso. Y repetimos con el “aborto”, donde el fallo del Tribunal Constitucional, a la espera de la nueva ley, consagra el “aborto como derecho”, un fracaso leído como un método anticonceptivo más, lo que convierte a los objetores ajenos al principio de obediencia y con ello penaliza su “libertad de conciencia”. Con el desconcierto de la oposición que pasa al juego de las “verdades múltiples”, posicionados en que “no es un derecho fundamental sino sanitario”.

Deshumanización que se extiende a la Ley de Eutanasia, que vuelve a sacrificar a los más débiles. Tenemos en España consolidados al año, 100.000 abortos, 60 asesinatos de género y 3.500 suicidios, que precisan cambios de políticas y leyes en positivo, donde tomemos en serio el valor de la vida. Las pensiones no se sostienen, en un sistema de reparto, con las natalidades desplomadas, sin políticas de familia, sin vivienda social, desviadas para atender a los cuerpos electorales decisivos, pensionistas y funcionarios.

TE PUEDE INTERESAR