visiones atlánticas

Pacto generacional

Estamos tan enfrascados en el espectáculo de la política que no vemos la realidad. En este universo paralelo tragamos lo que nos cuenta la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, cuando para diseñar los trenes de Asturias y Cantabria, y tener la dimensión adecuada a los 200 túneles del trayecto, es preciso publicar una Orden Ministerial que lo regule. Podemos entender esta pérdida de razón, cuando vemos que tanto ella, la ministra, como Isaías Táboas, presidente de Renfe, son los máximos responsables de la red. Ambos del partido Socialista de Cataluña, autonomía donde dejó de existir la democracia. Para sostener la ilegalidad, se cambió el Código Penal y se invadió CGPJ y Constitucional. Al perder la democracia, también nos abandonó la razón y la ley, según vemos con los trenes, donde la responsabilidad se traslada al BOE, verdadero culpable de estos desmanes. Obliga esta situación a cambiar de perspectiva mirando desde otro ángulo.

Bajo el prisma del “pacto generacional”, que soporta la “generación de la doble crisis”, a quienes se reducen las oportunidades laborales, la tasa de emancipación, la fertilidad, el ahorro y la vivienda. Se rompió el “pacto generacional”, con la llegada al poder de Zapatero, luego de los atentados del 11-M, con cuyo gobierno explosionó la crisis de Cataluña. Anuló el Plan Hidrológico Nacional, que hoy sufrimos, nueva Ley de Educación aún peor, Ley sectaria de Memoria Histórica y nuevas leyes de género, de vida y de muerte. Implosionó la nación de todos con Cataluña, hoy se vuelve incontrolable la economía, déficit en alza, impuestos en aumento y sector y empresa pública creciendo. Defectos que no corrige Rajoy en dos legislaturas y que al expulsar a “liberales y conservadores”, Ciudadanos y VOX, segmenta en tres opciones las derechas. Todos rompen el “pacto generacional”, en la carrera por primar a sus cuerpos electorales, pensionistas, funcionarios y salario mínimo. Autonomías, Diputaciones, Cabildos y Ayuntamientos, remedan la maniobra en su ámbito.

La COVID-19 y la guerra de Ucrania intensifican las heridas, sin alterar lo nuclear, donde España es la única nación de la UE sin alcanzar la renta de 2019. Dándose la paradoja que con más contratos y afiliados a la seguridad social no hay más trabajo real. Según EPA, con 900.000 empleos que trabajan menos de media jornada al día. Así, el “esfuerzo fiscal” se vuelve intolerable para los jóvenes, incapaces de estabilizar las condiciones que les permitan acceder a viviendas en propiedad y a la reproducción. Con autonomías y ayuntamientos incumpliendo la obligación legal, de dar vivienda desde hace más de veinte años, abducidos en pagar a sus cuerpos electorales. Con las democracias en crisis, como nos cuenta David Manet (Chicago 1947), autor de Porqué ya no soy Progre de Encefalograma Plano (2008). Los miedos provocados por un exceso de prosperidad vuelven temorosas a las clases dependientes y mayores, que se defienden vendiendo su libertad a quien le ofrece seguridad. Coartan la libertad de expresión y nos controlan con la educación, “los blancos son malos y el planeta está en llamas”. Los radicales infiltrados se adueñan del sistema.

Roto el “pacto generacional”, donde la pensión media es superior al salario medio, cubre un 74% menos de lo pagado y es la mayor de la UE en proporción a lo cotizado. El funcionario cobra un tercio más que el autónomo que le paga y sube un 47% el SMI, expulsando del sistema a los más débiles, mundo agrícola, jóvenes y mujeres, que desplazamos a la economía sumergida, directamente proporcional a la injusticia social que la soporta. Hacemos por ley a las mascotas sintientes, para ocupar el lugar de los hijos que no podemos tener, desplomando el cuerpo de cotizantes. Nuestros padres jubilados, se apuntan a la “hipoteca inversa”, vendiendo el ahorro que iba a pagar nuestro incierto futuro.

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