santa cruz de tenerife

Preocupación en Santa Cruz por el retorno de la prostitución callejera

Vecinos del centro de la capital expresan su malestar por la presencia de mujeres que ofrecen servicios sexuales en plena calle. “¡Lo que tienes que hacer es sacarle la pasta al viejo!”
A plena luz del día, varias mujeres ofrecen desde primeras horas de la mañana sus servicios sexuales en la zona centro de Santa Cruz, en calles como Carmen Monteverde y Juan Padrón. DA

“¡Hola, caballero! ¿Le apetece pasar un buen rato?”. La frase es pronunciada por una de las personas que posiblemente son explotadas sexualmente en una calle de Santa Cruz de Tenerife, y el destinatario de tal mensaje es un varón que perfectamente puede frisar los 80 años. En su rostro se percibe con nitidez el asombro de tan amable invitación por parte de una mujer que, en todo caso, no habrá soplado ni la mitad de velas en su último cumpleaños.

Dada la lógica experiencia vital acumulada por el anciano en cuestión, es obvio que el motivo de su sorpresa no obedece a un inesperado encuentro con una prostituta que ofrece sus servicios en la calle. Pero tiene motivos sobrados para ello dado que la escena aconteció a plena luz del día (concretamente, antes del mediodía de una jornada laborable de esta misma semana) y en una calle tan céntrica de la capital tinerfeña como es la de Carmen Monteverde. Si a ello le añaden que la mujer en cuestión estaba sentada junto a otras tres en unas sillas desplegables instaladas en el tramo peatonal existente en dicha vía, más que asombro se atoja que fue el pasmo lo que dejó al varón en cuestión con la boca abierta y sin apenas articular más respuesta que una negativa casi inaudible que acompañó con un inequívoco movimiento de cabeza.

De la veracidad de lo relatado es testigo directo DIARIO DE AVISOS Aunque parezca mentira, a escasa distancia de puntos tan emblemáticos de la capital tinerfeña como la plaza Weyler y en los aledaños de calles tan transitadas como la de Puerta Canseco, durante buena parte del día se puede advertir la presencia de estas trabajadoras sexuales desplegadas en una suerte de terraza exterior, como si de cualquier bar o cafetería se tratase y que logra así captar a más clientes. Apenas bastó merodear por el lugar varios días para comprobar que, efectivamente, su presencia es constante en esta parte peatonal de Carmen Monteverde, así como que se utiliza un inmueble de la misma para vender sus favores a cambio de la correspondiente compensación económica.

Sin embargo, por la noche desaparecen, pero no por ello retorna la tranquilidad y una normal convivencia al lugar, sino más bien lo contrario, dado que son relevadas en la vía pública por varones jóvenes que, supuestamente, se dedican al menudeo de drogas, una presencia que disuade a cualquiera y aconseja a variar el rumbo, dada la nocturnidad. A este respecto, el trasiego de entradas y salidas apunta hacia otro inmueble, este en una vía transversal al anterior, la calle de Juan Padrón, donde quizás sea el lugar en el que pernocten al menos parte de las trabajadoras sexuales que, no lo olvidemos, desde primera hora tienen que cumplir con su triste jornada laboral.

Para terminar con la descripción de semejante escenario, es menester aportar una visión histórica sobre el mismo y señalar dos datos nada baladíes sobre los dos inmuebles. Sobre la perspectiva que precede a estos hechos, no hay prácticamente chicharrero alguno que desconozca que la colindante calle de Miraflores fue durante décadas el referente de la prostitución callejera por lo que respecta al centro de Santa Cruz, y cualquiera que pasara por la misma podía comprobarlo hasta hace no tanto. Sin embargo, de un tiempo a esta parte cambió radicalmente el urbanismo en la zona, y lo que antaño eran edificios abandonados hoy son el resultado de promociones inmobiliarias que a buen seguro dan pingües beneficios a quienes invirtieron en ellas.

En cuanto a los dos inmuebles aludidos, a este periódico le consta (gracias a los datos aportados por fuentes fiables que citan a operarios que accedieron a su interior para arreglar desperfectos en el mismo) que el de Carmen Monteverde está habilitado de tal modo que se alinean entre diez y doce camastros uno al lado del otro, disposición compatible con el presumible uso al que se destina. Por su parte, llama la atención que el de la calle de Juan Padrón siga en pie al figurar en el listado de inmuebles protegidos en la capital que elaboró hace años el Cabildo, y que desde entonces no ha dejado motivo de controversia con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, donde siempre se han mostrado partidarios de excluir no pocos de los que constan en el mismo.

Los vecinos

Puestos al habla con los vecinos del inmueble cuyas viviendas dan a esta parte de la calle de Carmen Monteverde, sus respuestas a este periódico revelan su asombro y preocupación por lo que supone convivir con la prostitución callejera, a pesar de que, ciertamente, pidieron expresamente no significarse personalmente en la queja por motivos más que comprensibles. Ello no fue óbice para que explicaran que la situación llega a ser insufrible para ellos porque, sin ir más lejos, basta con abrir las ventanas de las dos viviendas de los bajos de su edificio para toparse a la misma altura de los ojos con las mujeres sentadas en las sillas “desde las ocho de la mañana”, reconoce uno de ellos que ruega mantenerse en el anonimato. “Sí sabemos que, como esas dos viviendas se dedican al alquiler vacacional, algunos que las arrendaron se fueron antes de cumplirse el contrato acordado y se negaron a pagar lo prometido por esta causa”.

“Lo peor es lo de los niños”, detalla otro vecino antes de añadir que “te preguntan qué hacen esas señoras ahí todo el día y la verdad es que se nos acaban las excusas y serán pequeños pero no bobos, y les notas cómo se dan cuenta que algo no va bien.

Eso sí, algunos se han movilizado y por ello han presentado un escrito “ante la Subdelegación de Gobierno y el Ayuntamiento. En el primer caso la respuesta fue inmediata y nos han remitido a la Policía Nacional, donde ciertamente nos atendieron esta semana con mucha amabilidad, pero nos reconocen que se trata de un tema complejo de abordar para ellos, aunque en los últimos días sí han pasado por aquí algunas patrullas”. En cuanto al Ayuntamiento, “todavía no sabemos nada al respecto”.

“No queremos problemas, pero si no nos parece normal lo que pasa durante el día, peor aún es que pasemos miedo al llegar de noche y tener que dar un rodeo para llegar a casa”, concluye un vecino, quien aporta un detalle clave sobre la gravedad de los hechos.

Cuestionado acerca de la presencia, ya detectada por este periódico como se citó anteriormente, de un varón que parece tener ascendencia sobre las mujeres en cuestión, confirma que “parece ser el que manda, y como se les escucha todo, le hemos oído gritarles: “¡Tú lo que tienes que hacer es sacarle la pasta al viejo!”.

Legalidad

Como es sabido, el ejercicio de la prostitución no se contempla como un delito en el Código Penal español, y cualquier experto reconoce que tales prácticas son hoy en día alegales en nuestro país. Muy distinto es el trato dado al proxenetismo, para el que se contemplan en el artículo 187 penas de prisión de dos a cuatro años y multa de 12 a 24 meses a quien se lucre explotando la prostitución de otra persona. Además, se añade que “se entenderá que hay explotación cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias: que la víctima se encuentre en una situación de vulnerabilidad personal o económica, o que se le impongan para su ejercicio condiciones gravosas, desproporcionadas o abusivas”.

Sin embargo, este asunto es objeto de gran controversia, a tal punto que el Gobierno de España lleva más de un año planteando una reforma del mismo dado que en la práctica “este tipo penal no funciona, y cabría preguntarse por qué las mujeres explotadas no denuncian”, señalaba a Newtral hace unos días la profesora de Derecho Penal en la Universidad del País Vasco, Miren Ortubay, que además es criminóloga y especialista en violencia de género y sexual. Los planes de reforma, aún sin concretarse, pasan porque la persecución del proxenetismo se desvincule de la explotación, ampliando así el referido tipo penal, pero para ello habría que rebajar las citadas penas a de uno a tres años de prisión. Por ahora, hay de todo menos consenso.

Sea como fuere, en el caso que nos ocupa sobre este repunte de la prostitución callejera en el centro de Santa Cruz por las inmediaciones de la calle de Miraflores (zona que albergó la misma durante décadas), sí cabe preguntarse igualmente por otros aspectos legales, tales como la situación de las mujeres que ejercen allí tal labor respecto a la normativa sobre Extranjería, habida cuenta de que por sus acentos podría suponerse que proceden de otros países.

Más relevante se antojan las posibles infracciones administrativas, dado que parece evidente la invasión irregular del espacio público por la singular terraza cotidiana instalada en la calle de Carmen Monteverde con las sillas plegables donde esperan a sus clientes. También cabe dudar de las condiciones de los inmuebles afectados respecto a la normativa sobre Salud Pública.

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