tribuna

Tamames

Haya o no moción de censura, se pongan o no de acuerdo, el anuncio de Tamames para presentarse como candidato promueve la necesidad de un comentario. El problema no está solo en que sea Vox el que lo proponga, hay aspectos más interesantes en la noticia. En España existe una rémora para evolucionar políticamente. En el momento actual se observa con mayor intensidad, sobre todo dentro de la izquierda. Parece que este es un territorio de lealtades inamovibles a no se sabe qué necesidades. Por ejemplo, está la disidencia de la vieja guardia socialista manifestada por personas como Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, etc. Las transmutaciones ideológicas son consideradas como anatemas en aquellos que osan salirse de la férrea disciplina del argumentario. A Tamames le ocurre lo mismo con el agotamiento de su militancia comunista y su posterior incorporación al CDS de Adolfo Suárez. Hoy, que la moda consiste en poner en tela de juicio al proceso de la Transición, esto supone un alejamiento flagrante de las tesis progresistas. Así que, para muchos, Tamames es un tránsfuga al que hay que afear su travestismo, a pesar de que lance a los cuatro vientos su militancia antifranquista y el tiempo que pasó en la cárcel, cuando fue detenido en 1956. Ha sido su amigo Sánchez Dragó el que ha aireado este asunto, presumiendo de que la propuesta de su sorprendente candidatura ha salido de él. La figura de Sánchez Dragó, aparte de su exhibición de la práctica del sexo tántrico, no parece muy contundente, al menos para mí, a la hora de que los españoles le sigan seriamente en sus proposiciones. En fin, dejemos esto. Tamames ha salido a los medios, pero no para decir que está deshojando la margarita, sino que necesita tiempo para preparar adecuadamente su discurso de investidura. Lo importante es el discurso no el resultado de la censura, en la que tiene escasa o ninguna posibilidad. Parece ser que lo que le urge es hacernos el análisis de la situación, pero desde la plataforma que él considera que le otorga una mayor autoridad. Yo creo que Tamames podría subirse a cualquier tarima a predicar todo lo que piensa sobre el panorama nacional sin tener que hacerlo desde la tribuna del Congreso para añadir más incertidumbre a la que ya hay. Dará su lección magistral desde la cátedra parlamentaria pero Sánchez lo machacará sin misericordia restregándole el pasado por las narices y acusándole de haberse aliado con los ultras. No sé por qué se arriesga a tanto sabiendo que sus posibilidades de triunfo son nulas. Solo se me ocurre pensar que la única razón que le lleva a este disparate es su vanidad descontrolada. No tiene nada que ver con la edad. Es otra cosa. La vanidad hace a veces entrar a los hombres en el terreno de la imprudencia sin apercibirse de ello. Es como una droga que ciega algunas zonas de nuestro cerebro y nos hace ver paraísos y horizontes inexistentes. ¿A qué lugar pretende llegar, o en qué ámbito quiere hacer descansar su éxito que no provoque el ridículo en el resto? El perdedor de una moción de censura siempre será él, y Sánchez saldrá, una vez más, fortalecido de un embroque inútil. Será difícil recomponer su figura después de la derrota. Para Vox se tratará de otra operación de desgaste de sus enemigos, sobre todo del PP, que es donde puede arañar algún voto; pero don Ramón no tendrá la oportunidad de apuntarse a esa renta porque entonces quedará muy mal en la foto. Será el colaborador innecesario. Alguien debería advertirle de estas cosas. Desde luego no será Sánchez Dragó el que lo haga, otro pagado de sí mismo que se ha quedado sin sitio en el circo mediático.

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