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La víctima de la presunta violación grupal en carnavales sufría abusos: peritos dicen que es creíble pero incurre en contradicciones

La Fiscalía mantiene su petición de diez años de cárcel pero, dado que ha entrado en vigor la ley del “sólo sí es sí”, la calificación podrá bajar en un año
La víctima de la presunta violación grupal en carnavales sufría abusos: los psicólogos dicen que es creíble pero incurre en contradicciones

Los psicólogos que este miércoles han intervenido en la segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia de Tenerife por una presunta violación grupal a una menor, indicaron que los relatos que ha hecho la víctima son “probablemente creíbles” pero también han advertido que incurre en “numerosas” contradicciones.

Los hechos tuvieron lugar durante los carnavales de Santa Cruz de Tenerife en 2020, cuando la joven aceptó ir con dos chicos y otro menor a una casa de Miramar donde asegura que fue víctima de una agresión sexual.

Los psicólogos han apuntado que la joven ha sufrido diversas situaciones de abuso, violaciones, abortos, consumo de drogas y problemas familiares, por lo que resulta “muy difícil” confirmar que las secuelas que padece deriven de lo ocurrido en los carnavales, sino que más bien supone una continuación de todo lo que ha vivido.

De ahí que el relato de lo que tuvo lugar aquella noche no sea “del todo creíble ya que tiende a malinterpretar las situaciones”, y más cuando estaba sola con tres jóvenes a los que acusa de haberla hostigado para que mantener relaciones sexuales. “Es muy vulnerable y le cuesta decir que no, aunque tampoco hay indicadores de que sufrieras amenazas, sino simplemente de que no piensa las cosas”.

La chica presenta rasgos de desprotección, carácter violento, imposibilidad de ser controlada por su madre, consumo de drogas, fugas de su casa, abortos o incapacidad de hacer un uso correcto de las redes sociales.

En definitiva, desde su infancia se ha encontrado en una situación de riesgo, lo que se ha plasmado especialmente en las relaciones sexuales que comenzó a los 11 años.

Desde entonces ha sufrido abusos por parte de un amigo de la familia, otra violación grupal con grabación de video incluida, una relación con un trabajador mucho mayor que ella del centro de menores en el que estuvo, y lo ocurrido en los carnavales.

Su perfil es el de una joven que busca un patrón de relaciones inapropiado llegando a mantener varias a la vez, presenta miedo al rechazo, búsqueda de nuevas sensaciones, carencias afectivas y es víctima de maltratos y abusos, lo que ha hecho que haya desarrollado un sistemas psicosexual sobrestimado que deriva en que malinterprete las relaciones.

Los psicólogos ratificaron que le cuesta tomar decisiones, carece de pensamiento crítico, depende mucho de los demás y, en general, es inmadura para su edad.

A la hora de analizar aquella noche de carnavales, los peritos indican que la joven tenía capacidad para negarse pero que una característica de su personalidad es que “cuando se ve vulnerable no es capaz de decir que no”.

Su experiencia en materia de sexo es “muy superior” a la media de las jóvenes de su edad y de hecho el caso concreto de lo ocurrido en aquellas fiestas lo relató como un episodio más de abuso que para los peritos no ha tenido una influencia significativa en su conducta.

“No se puede decir que sea la razón única y exclusiva que la ha llevado a ser tratada por psicológos y psiquiatras. Es otro episodio más junto con las demás agresiones, un aborto, relaciones fallidas… es muy complicado decir que uno haya influido más que otro”, han señalado.

Uno de los acusados dijo que mantuvieron relaciones sexuales consentidas, lo que la denunciante admitió, aunque se mostró molesta por la supuesta grabación de un vídeo que en realidad no se sabe si existió.

El joven dijo que todo transcurrió de una forma natural, que ella nunca se negó pero no le gustó que sus otros dos amigos intentaran entrar en la habitación, por lo que puso una tabla para cerrar la puerta.

A continuación el joven fue a bañarse y por ello no puede decir qué fue lo que ocurrió entre ellos. No sabe nada del video y dice que el móvil lo tenía encendido porque la casa estaba en obras y no había luz.

Todos coinciden en que en ningún momento llegó a decir que se quería marchar, que estuviera incómoda o pidiera ayuda, y de hecho luego se fueron juntos para Añaza, su barrio y allí desayunaron y se vieron al día siguiente.

“No creo que yo haya hecho algo malo, todo fue normal, no entiendo lo que ha pasado”, en relación a la denuncia presentada seis meses después, dijo ese acusado.

El otro acusado, K., aseguró que desconocía que era menor, negó haber mantenido ningún tipo de relación con ella porque, además, es prima suya y asegura que entró en el cuarto para decir que se quería ir.

Luego contó a su hermana lo ocurrido y ésta se inventó que había un vídeo y se lo dijo a la madre de la víctima con el fin de conseguir que la denunciante explicara lo que había pasado.

K. asegura que todo lo hizo para que la familia supiera dónde se encontraba la chica, ya que en aquellos momentos se había fugado de la casa. Tampoco escuchó ningún grito, ni amenazas, ni que pidiera ayuda, y dijo que “todo” fue consetico.

La Fiscalía mantiene su petición de diez años de cárcel pero, dado que ha entrado en vigor la ley del “sólo sí esí” la calificación podrá bajar en un año y un máximo de doce, y también se lamentó que no sea posible encontrar penas intermedias para este tipo de delitos.

El Ministerio Público sostiene que la joven fue presionada, no pudo actuar libremente y su capacidad de consentir estaba mermada.

Las abogadas de los dos acusados mantuvieron su petición de absolución. La defensa de I. reitera que las relaciones fueron de mutuo acuerdo, que nunca se llegó a grabar nada, y que precisamente presentó la denuncia para saber si existía el vídeo.

En cuanto al segundo acusado, la abogada pidió para él la absolución, ya que ha dicho que las acusaciones son idénticas a las del menor, que ha sido absuelto. 

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