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Almendros en flor

Como un preludio de la primavera florecen los almendros en Santiago del Teide, en una ruta hermosa y blanca. César González-Ruano, un día en que no pasó nada, mandó al ABC un artículo sobre los almendros en flor que él recordaba de su infancia. Creo que le dieron un premio a su lirismo relamido por un día, porque César no era nada relamido. Una vez fui a esa cumbre, a ver los almendros en flor, me equivoqué de carretera y me perdí en mi propia tierra, de manera incomprensible. Van Gogh pintó un cuadro con los almendros en flor de la Provenza que parece una fotografía, como las fotografías que pinta Antonio López de la Gran Vía madrileña, mejorando el natural. No ha mucho tiempo, un guardia municipal poco ilustrado hizo replegar el caballete a don Antonio porque no tenía permiso para pintar. Ya se sabe que en España se necesita permiso para todo. España es un país en el que está prohibido mear en la calle, pero en el que no existen váteres públicos para la evacuación. No me extraña, pues, que un guindilla haga recoger a don Antonio López el caballete, en las calles de su Madrid, por carecer de permiso para desplegarlo. Don Francisco Bonnín pintaba sus buganvillas en el Puerto de la Cruz, con una boina cubriendo su cabeza y con sus viejos pinceles y su paleta de colores en las manos. Nosotros, en el Instituto de Estudios Hispánicos, organizamos la primera exposición antológica de Bonnín, cuando había fallecido, y a mí me mordió su perro mala leche cuando fui a buscar unos cuadros a su casa, prestados por su viuda. No sé si don Francisco pintó los almendros en flor, pero el paisaje lo merecía. Entre enero y marzo la cumbre es blanca. No sólo las violetas florecen en primavera.

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