sociedad

El infierno del tinerfeño Jesús para salir de Dubái tras perder la riñonera con su documentación: angustia, lágrimas y 3.000 euros

Los trámites burocráticos y un error de la policía le han impedido abandonar el emirato hasta hoy, cuatro días después de lo previsto
La odisea del tinerfeño Jesús para salir de Dubái tras perder su riñonera
El tinerfeño Jesús Perea. DA

“Fue una odisea”. Así resume Jesús Perea su caótico viaje de ocio a Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos. El tinerfeño, de 36 años y residente en Santa Cruz, se disponía a coger el vuelo de vuelta el pasado viernes, 28 de febrero, pero esa misma tarde, sin saber cómo ni dónde, perdió la riñonera en la que guardaba toda la documentación y dinero. Los trámites burocráticos y un error en la base de datos de la policía le han impedido regresar a casa hasta hoy, cuatro días después de lo previsto.

Jesús decidió acudir a una comisaría en busca de soluciones. Puso una denuncia y los agentes le explicaron que debía presentarla en otra comisaría al día siguiente para que le proporcionaran un certificado sellado por un tribunal. Después le tocaría ir a la capital, Abu Dabi, donde se encuentra la embajada española.

“El problema es que estaba solo, sin dinero y tenía que desplazarme a Abu Dabi, que al final pude hacerlo pidiendo favores”, explica a este periódico. El personal de la embajada le indicó que para poder expedir un salvoconducto que le permitiera abandonar el país necesitaba acreditar que tenía un vuelo directo a España. Su familia se encargó del trámite y Jesús pudo obtener el citado permiso. Ese pasaje para ayer, jueves, costó 1.154 euros.

El tinerfeño lamenta que ni la embajada ni la aerolínea le dieran una alternativa habitacional. “No dormí, no comí, no pude asearme y no tenía nada”, apostilla. Hizo noche en el aeropuerto y, ya por la mañana, volvió a presentarse en la puerta de embarque. Para su desgracia, la denuncia que había interpuesto el día anterior no figuraba en la base de datos de Inmigración y, por ende, tampoco le permitieron coger ese avión. Para más inri, el salvoconducto tenía validez hasta ese día, si bien caducaba hoy, un clavo ardiendo que ha sido trascendental para el desenlace de esta historia.

Afortunadamente, “fueron comprensivos conmigo y me permitieron viajar hoy”, señala. No obstante, tuvo que adquirir un nuevo billete, que le costó otros mil euros a su familia, y pagar en efectivo “las tasas migratorias”. Como no tenía dinero físico, no le quedó otra que pedir ayuda a alguien que se encontraba en el aeropuerto para asumir dicho pago. “Me costó convencerle”, confiesa.

La ‘aventura’ acabó costándole a Jesús Perea unos 3.000 euros, aproximadamente, sin contar los cuatro días de angustia, estrés y lágrimas derramadas. “No entiendo cómo pueden dejar a una persona en esa situación; lo que pasé ayer fue caótico”, insiste. La única opción que veía factible era que su hermano viajara a Dubái con el dinero necesario para sacarle de allí, algo que no fue necesario porque la compañía aérea dio por válido el salvoconducto y le dejó embarcar en el último avión, que despegó esta mañana con destino Barcelona, donde aterrizó horas después. “Hasta que no estuve en el aire no me sentí bien”, sentencia.

TE PUEDE INTERESAR