El 2 de febrero se celebra el Día de la Marmota en EE.UU. Una festividad que tiene más de 130 años de antigüedad y según la cual, si la marmota llamada Phil al salir de su madriguera no ve su sombra, por ser un día nublado, dejará la madriguera, lo que significa que el invierno terminará pronto. Si por el contrario, por ser un día soleado, la marmota ve su sombra y se mete de nuevo en la madriguera, significa que el invierno durará seis semanas más.
Este año Phil vio su sombra con lo cual, según esta popular tradición, el invierno se alarga. Es evidente que este pronóstico carece por completo de rigor científico y por tanto no es un método fiable a nivel meteorológico. De hecho, el roedor solo ha acertado un pronóstico el 40% de las veces por lo que podemos decir que la casualidad ha jugado un papel fundamental.
La historia del conocido Día de Marmota viene a colación (como anécdota) a la dramática situación que actualmente sufre el campo español por la sequía. Canarias, por una vez, se beneficia de su condición archipielágica y se salva del fuerte impacto que la falta de lluvias está teniendo en las cosechas peninsulares. “Climatológicamente no nos está afectando tanto la escasez de precipitaciones puesto que en las Islas no dependemos tanto de la pluviometría”, explica Theo Hernando, secretario general de Asaga-Canarias a DIARIO DE AVISOS.
Sin embargo, la situación es trágica en la Península. El 60% del campo está afectado y las previsiones meteorológicas de cara a las próximas semanas no invitan a la esperanza. Los próximos tres meses las temperaturas serán más elevadas de lo habitual.
De hecho, la Agencia Estatal de Meteorología señala que este mes va camino de ser el abril más seco desde hace 70 años. Lejos queda el dicho de “En abril, aguas mil”. Según los agricultores, por mucho que llueva ahora, “la cosecha ya está perdida”. De momento, ya han renunciado a 3 millones de hectáreas de cereales y hay zonas de Andalucía donde ya ni se siembra. Además, la sequía amenaza también a la ganadería, donde se habla de pérdidas incalculables.
Esta situación trae consigo no sólo la ruina de muchos agricultores y ganaderos que han perdido la cosecha “más cara” de su historia por el alza de materias primas, electricidad, gasóleo o el coste laboral, sino también la escasez de algunos productos y, en consecuencia, el encarecimiento de los precios. Es decir, más presión a la cesta de la compra de las familias.
¿Cómo afectará esto a Canarias? Pues como explicó Hernando, climatológicamente no mucho, gracias a nuestra poca dependencia de la pluviometría. El agua en las Islas procede de pozos y galerías, de la desalación y, por último, de un sistema que, en opinión de Hernando, está funcionando “muy bien” que es la regeneración del agua urbana. Pero dado que en Canarias no se produce forraje ni cereal, sino que lo importamos, la afección puede ser indirecta a corto y medio plazo “ya que si escasea la producción o sube de precio, no cabe duda que nos afectará”.
Hernando señaló que todos aquellos productos ligados a la harina o el azúcar o a la alimentación animal podrán verse afectados, sobre todo en precios.
Canarias ha sufrido en numerosas ocasiones episodios de sequías que la han llevado a declararse en emergencia hidráulica. Esta situación no es nueva. Precisamente por esto, siempre ha buscado la forma de aprovechar al máximo los recursos. Las desaladoras, por ejemplo, han sido una buena herramienta para regar los cultivos y, de hecho, el Gobierno canario otorga ayudas todos los años para que los agricultores modernicen su sistema de regadío.
La última fórmula que está teniendo mucha efectividad, según el secretario general de Asaga, es la regeneración del agua urbana, es decir, reutilizar ese agua que se deshecha por los fregaderos para regar cultivos o mantener parques y jardines.
El Gobierno reconoció esta semana que la sequía agravará la inflación de los alimentos aún más. Recordemos que en marzo se situó por encima del 16%. Así que a todos los factores que se están alineando para encarecer la cesta de la compra se une ahora otro más: la sequía.
Ante esta amenaza real, el pasado miércoles se reunió la Mesa de la sequía y se acordó pedir a la Comisión Europea medidas excepcionales para flexibilizar las normas de la Política Agraria Común (PAC), de las que dependen las ayudas europeas que cobran agricultores y ganaderos, debido a los efectos de la escasez de lluvias en gran parte de España.
Hay que tener en cuenta que para poder optar a estas ayudas europeas los agricultores tienen que tener unas superficies de cultivo declaradas, un plan de producción y otros requisitos que son difíciles de cumplir si no hay cosecha.
Además, el ministro de Agricultura, Luis Planas, se comprometió con las organizaciones agrarias y ganaderas a preparar un decreto de la sequía que incluya ayudas directas y beneficios fiscales para el sector primario.
Pero es que la situación puede ir a peor. Un estudio de la Universidad de La Laguna revela que las sequías se agravarán en los próximos años y que lloverá, pero lo hará menos; con periodos, incluso, de años enteros sin precipitaciones. Un escenario que, dice, solo cambiará si se reduce la emisión de gases invernadero.
Desde el año pasado el campo viene arrastrando la falta de precipitaciones. El propio Ministerio reconoció que la producción del campo había caído cerca del 24%. Esto ha hecho que, por ejemplo, el aceite de oliva o el azúcar estén disparados. En el primer caso esta ha subido casi un 60% en origen, un 30% para el consumidor.
La sequía, los altos costes de la energía y de los fertilizantes, así como las normativas europeas de envasado y el impuesto al plástico son clave para el encarecimiento de este producto. En el caso del azúcar, el problema no es tanto de sequía como que los principales países productores: India y Brasil, están dedicando parte de la producción al biodiésel. El azúcar fue el alimento cuyo precio subió más en marzo. Su coste se disparó un 50,4%.