No hace mucho que Canarias se quedó desierta; sin turistas. Pasamos de recibir 15,9 millones de visitantes en 2019 a cerrar hoteles y repatriar turistas. Algo que si nos lo hubieran contado, nadie lo hubiera creído. Hoy, tres años después, Canarias vuelve a ser la misma: líder en destino turístico. Esta Semana Santa, las Islas han batido todos los récords: como destino favorito, en número de visitantes, en ocupación hotelera y en gasto por turista. Sin duda, la recuperación del sector tras la pandemia ya es una realidad. Y todo esto a pesar de que la inflación está ahogando a las familias. La patronal hotelera estima el incremento de precios en el 25%, no solo por culpa de la inflación, sino también por los elevados precios de la electricidad y los efectos de la reforma laboral y los sucesivos convenios colectivos que han afectado a los costes de la hostelería. No obstante, a pesar de ello, la gente quiere viajar. Es cierto que las pernoctaciones se han reducido, pero el interés por viajar ha resurgido pese, insisto, al temor a una recesión derivada de la situación inflacionaria, las subidas del euríbor o la volatilidad en los precios de los suministros. Otro ejemplo de que el sector empieza a levantar cabeza es la reducción del paro. Aunque el Gobierno quiere desvincular la bajada del paro de las contrataciones de Semana Santa, lo cierto es que tiene una relación clara. Por tanto, ya no hay duda de que el turismo está en la senda de una recuperación imparable, pero ¡ojo!, no vayamos a morir de éxito. Hay optimismo por el verano, pero viene un 2024 amenazando con una recesión que contraerá el gasto.