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El ejemplo de los Armas, o cómo discrepar en política sin dejar de ser dos buenos hermanos

Alpidio (PSOE) y Javier (AHI) son dos de los principales candidatos a presidir el Cabildo de El Hierro, pero la rivalidad de ambos ante las urnas no les impide conservar su relación
Javier y Alpidio Armas, durante un acto de la corporación insular de la Isla del Meridiano. Cabildo de El Hierro
Javier y Alpidio Armas, durante un acto de la corporación insular de la Isla del Meridiano. Cabildo de El Hierro

Por la gentileza y caballerosidad que distingue a ambos, atienden al periodista pese a reconocer que prefieren hablar sobre los temas de la campaña, al entender que lo realmente importante es El Hierro. Desde su perspectiva, razón no les falta, dado que ellos tienen como normal lo que se antoja un imposible para la alta política española, cada día más impresentable porque en ella imperan los denuestos, insultos y el menosprecio a quien no piensa lo mismo que el otro.

No es el caso, felizmente, de dos de los principales candidatos a presidir el Cabildo de la Isla del Meridiano después de la cita con las urnas prevista para el próximo día 28, como son Alpidio Armas (PSOE, actual presidente insular) y Javier Armas (AHI).

Como es lógico, son los Armas una familia bien conocida por la tierra de los bimbaches. Su padre vivía entre San Andrés y El Golfo (“En aquellos tiempos, la itinerancia era lo normal en El Hierro”, apunta Javier), mientras que su madre es natural de El Pinar, municipio donde ambos nacieron y del que la bravura y resistencia de sus naturales saben hasta en la OTAN o la NASA, desde donde se empeñaron en imponerles infraestructuras ajenas a sus intereses y a las que los piñeros (como son conocidos) se opusieron con tal afán que organizaciones tan poderosas acabaron por renunciar. El recuerdo de aquellos hechos es compartido por ambos, no en balde los dos estuvieron en aquella manifestación celebrada con gran éxito en Santa Cruz de Tenerife en 1997, cuando unos 19.000 tinerfeños se sumaron a los 1.000 herreños llegados en barco en uno de los mayores ejemplos de solidaridad canaria que se recuerda.

Allí, en la misma casa donde nacieron su abuela, su madre y sus tíos, vinieron al mundo, primero llegó Alpidio, el mayor de los cinco hermanos, y después Javier, los únicos dos que se han dedicado finalmente a la política, si bien fue Javier el primero que optó por prestar este servicio público. Se llevan año y medio: mientras Alpidio cumplirá 64 el próximo mes de noviembre, Javier ya suma 62 vueltas al Sol.

Cuenta la leyenda que, cuando Alpidio se sumó a la política, Javier no quiso presentarse contra su hermano, si bien este nos aclara la historia. “Cuando Alpidio aceptó la propuesta del PSOE [elecciones de 2011] coincide con el adiós de Tomás Padrón [líder herreño y de la AHI de reconocido prestigio tanto dentro como fuera de la Isla], y en realidad el compromiso fue de ambos para no enfrentarnos en las urnas, aunque de cualquier modo yo solo me habría presentado en caso de que siguiera Tomás. Como al final no lo hizo, no hubo problema y él se presentó”, detalla.

Sin embargo, las circunstancias han cambiado. Ninguno de los dos tenía previsto presentarse este año, pero en cierto modo se han visto obligados. Se sabe que desde el PSOE han insistido a Alpidio a optar a la reelección, mientras que la situación de Javier tiene mucho que ver con lo que pasa en su partido, donde Narvay Quintero ha dado un paso al costado y ahora ejerce de presidente del mismo en una etapa donde AHI aspira a recuperar sus señas de identidad clásicas, que siempre pasaron por la independencia en la toma de decisiones. “La verdad es que no lo tenía previsto para nada -reconoce Javier-, pero el devenir del partido hizo que por la renuncia de Narvay no me quedara otra alternativa estatutaria que aceptar la Presidencia al ser yo el vicepresidente, y en esa dinámica hay que ser responsable, por mucho que no pensaba seguir con responsabilidades institucionales, aunque para ello he tenido que pedir la jubilación anticipada. Le reconozco que si me preguntan en octubre pasado habría respondido que era imposible lo que está pasando hoy. Por supuesto que no hay ningún problema entre ambos”.

Pero los genes, la política y su pasión por El Hierro no son lo único que une a estos dos hermanos separados en lo ideológico, dado que ambos son docentes. Funcionarios los dos, Alpidio es por Filología Inglesa mientras que Javier es del Cuerpo de Maestros; el primero tiene plaza en el instituto de Valverde y el segundo, en el colegio de dicha capital insular.
Recién llegado de Venezuela nos atiende Alpidio, aún preocupado “por nuestra gente allá”. “Por una parte, es muy gratificante comprobar la alegría de ver cómo nos reciben, porque para ellos es muy importante, pero vuelvo con mucha tarea al comprobar cómo está nuestra gente allá. Vengo triste porque es evidente que necesitan nuestra ayuda, el grado de necesidad que padecen es enorme porque la desigualdad de la riqueza es cada vez mayor. Al menos hay más seguridad, porque te cuentan que se han ido hasta los malandros. Para que se haga una idea: una arepa y una cerveza me costaron 10 doláres, y el salario mínimo es de ocho”.

Aunque Alpidio se ha negado a otros medios a hablar de la coincidencia con su hermano en la rivalidad electoral, explica a DIARIO DE AVISOS que “no tengo ningún problema para hablar de algo que es evidente: mi hermano Javier va por un partido y yo con otro. Pero si antes no he querido manifestarme es porque, dado lo novedoso de la circunstancia, puede resultar llamativa y no quisiera que se polarice la campaña en esto en vez de debatir sobre las propuestas de futuro, en lo que se ha hecho y, en definitiva, que se hable de esta anécdota, que sin duda a la gente le encanta, en vez de lo realmente importante”. El legítimo razonamiento del actual presidente herreño no es óbice para reconocer sin ambages que su relación ha sido, es y seguirá siendo excelente. “Es más, todavía mejor, porque antes podíamos decirnos: ‘Oye, papafrita, no estoy de acuerdo con eso…’ Y ahora ni siquiera, porque se puede malinterpretar [comenta entre risas]. Necesariamente, en lo formal, tienen que ser todavía mejores: Yo por mi hermano doy la vida y le tengo, como al resto de mis hermanos, un cariño tremendo. Que él esté en un partido político y yo en el otro es algo anecdótico”, resume este demócrata convencido y mejor hermano.

Resta añadir algo que confirman tanto los dos protagonistas como otras fuentes: sus padres y los tres hermanos restantes llevan con perfecta normalidad esta rivalidad política. Ojalá otros aprendan de lo que pasa en el occidente de España.

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