después del paréntesis

La hija

La historia reduciría su crédito si es cierto lo que el supuesto padre afirma, que nunca tuvo relación con la madre; luego imposible concebir una hija. Y la supuesta hija se descolgó hace unos días con un comunicado contundente en el que dijo que las noticias que se vienen publicando no tienen ningún fundamento. Los periodistas José María Olmo y David Fernández, que han apurado la información hasta el extremo en su libro King Corp., el imperio nunca contado de Juan Carlos I, no tienen razón. La afectada lo confirma, por el sufrimiento que tales noticias le producen. Más aún, esa persona se siente agredida y amenaza con querellas manifiestas. Pero el caso no está cerrado. Comenzando por lo último, si en efecto doña Alejandra de Rojas demandará a los dichos periodistas por lo que sostienen. Porque el tema resulta importante. Corroboraría la actitud del que fue regente de España, ese que por causa de la corrupción hubo de abdicar y de exiliarse. Y certificar esa instancia sentenciaría lo que es y representa ese impróvido personaje que, en pro de sancionar que es un Borbón y los borbones actuaban así, él es un mujeriego. Y de ese modo se manifestó, sin que el poder político que lo tapaba (ni PSOE ni PP) lo llamaran a capítulo. Y así se reveló, de la primera a la última. Ello para inquina de lo que era, rey y modelo, y en siendo rey y modelo llevó repetidamente a la miseria del desprecio a su mujer legítima que era reina. Eso certificaría el caso; la demostración de lo que es la indignidad de un sujeto y lo que esa indignidad en adulterio personifica. Los afectados insisten en que no. Él por lo palpable: retrato fidedigno del sujeto que fue primero de España y que acomodó a su última amante conocida, Corinna Larsen, en una dependencia del Estado. Y ella igual. Acreditar que es hija directa de ese individuo ni la justifica ni la distingue. Pero ocurre que las sugerencias parecen probar desde hace algunos años. Hay harina en el costal, por testigos, por conocidos, etc. Luego la negativa dicha revalida la instancia de la inestabilidad de esa historia en el mundo, no siendo definitiva, insisto. Todo ser humano tiene derecho a reconocer al padre; todo ser humano deber de reconocer a los hijos. Y ello puede ejercerse y conocerse los resultados, para inquina o provecho de los que afirman. La prueba de ADN dará el absoluto valor. No negar; confirmar y públicamente. Los españoles tenemos derecho a saber quién es definitivamente ese que fue el rey.

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