tribuna

El pacto en Santa Cruz, como un entierro de tercera

El único que no podía contener la sonrisa, en ocasiones ni siquiera la risotada, era José Alberto Díaz-Estébanez, que acaba de salvar por puntos su sueldo de servidor público otros cuatro años más, lo que le permitirá sumar 34 cuando acabe el mandato que ahora se inaugura en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Seguramente será nombrado de nuevo concejal de Hacienda, con lo cual repetirá en el puesto que ocupaba aquel funesto mandato de 1999 a 2003, cuando firmó como tal el pago de 52 millones por el frente de playa de Las Teresitas en el que ha sido, hasta el momento, el mayor escándalo de corrupción en Tenerife.

La playa de Las Teresitas aparece expresamente mencionada en una de la decena de obviedades que contiene la especie de programa de gobierno que este viernes firmó en el hotel Silken de Santa Cruz de Tenerife el futuro equipo de gobierno en pleno, con el alcalde José Manuel Bermúdez al frente, junto al que será su subalterno mientras el cuerpo aguante, el popular Carlos Tarife. La cara de ambos definía claramente la resignación con lo que estaba ocurriendo. A Bermúdez, porque le irrita enormemente haber perdido las elecciones, por primera vez en la historia de su partido, nada menos que ante Patricia Hernández, del PSOE, y porque su renovado socio ha hecho constar en el pliego del acuerdo una cláusula en la que advierte de que todo es susceptible de revisión si se manda a mudar a otro destino político, como se da por hecho y como adelantó este periódico a pesar de la negativa del interesado.

Pero, además, a Bermúdez le interesa un carajo volver a reeditar un pacto con el mismo partido, con el mismo subalterno, con la misma concejala tránsfuga a la que no soporta (Evelyn Alonso, que ya no es una expulsada de Ciudadanos, sino una independiente en Coalición Canaria por escritura notarial) para hacer exactamente lo mismo que lleva intentando hacer hace la friolera de doce años (menos uno de paréntesis), con el éxito reconocido por la vecindad de Santa Cruz de Tenerife el pasado 28 de mayo con una derrota.

A Tarife, porque él esperaba que el tirón nacional de la marca PP le permitiera un resultado más propicio, no dos escuálidas actas más, lo que seguramente le debe haber conducido a pensar que quizás no haya sido un candidato de postín, sino uno de compromiso que accedió al estrellato gracias a sucesivas dimisiones y al escaso interés que en su partido despierta el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife como para proponer algo de más carisma para su alcaldía. Esa posición no le ha permitido presionar un poco más a su alcalde Bermúdez, ni tampoco conseguir que Patricia Hernández le ofreciera la alcaldía con el doble de concejales que él. Tarife se vio con ella para cubrir el expediente y las exigencias del presidente del PP de Tenerife, Emilio Navarro, reacio a pactar con los regionalistas de CC con los automatismos que estos han exigido.

Tarife es de esos políticos necesitados de choques de autoestima para afrontar cada día. En su vecindario todos escuchan su equipo de alta fidelidad reproduciendo a todo volumen Sigo siendo el rey, de José Alfredo Jiménez, en la voz de Alejandro Fernández, cada vez que tiene un acontecimiento político de relevancia, incluyendo en esa categoría los plenos mensuales del Ayuntamiento, tanto los ordinarios como los extraordinarios. Esa necesidad de chutarse tarifadas tiene su revés aquellos días, como el del viernes, en los que a la parte contratante de la primera parte no le gusta un carajo y encima vas y le pones en las cláusulas del pacto que éste se revisará en el caso de que se mande a mudar a otros destinos políticos.

También a Bermúdez (y subsidiariamente a Tarife) le ha cogido con el paso cambiado la convocatoria anticipada de elecciones generales decretada de ahora para después por Pedro Sánchez. No es lo mismo disimular la estampida desde ahora hasta diciembre que tomar posesión como alcalde en junio y el 17 de agosto estar tomando posesión en el Congreso de los Diputados, que es cuando está previsto. Además, el resultado de esas elecciones, por muy cantado que esté, podría hacer variar algo el mapa de pactos en toda España, incluida Canarias, con lo que vete tú a saber qué tendrá que exigir, hacer o deshacer el PP, Coalición Canaria o el PSOE de aquí a allá.

Sería una frustración para el actual alcalde comerse cuatro años de alcaldía estando como está preparado para una de poco más de seis meses. Quizás debería copiar a Tarife y ponerse cada mañana a todo volumen, antes de ir caminando al Ayuntamiento, observando los contenedores de basura rebosantes y las calles llenas de mierda, algo emocionante, algo mítico como Los que se van, de Juan Erasmo Mochi, u otra cosa más cañera del tipo Los viejos rockeros nunca mueren, en sentido homenaje de su adversaria Patricia Hernández, a la que solamente felicitó -con los complejos correspondientes- por haber sacado más votos que él.

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