visiones atlánticas

Espejo y ombligo

Espejo, espejito mágico, ¿quién es el más guapo y poderoso del reino? “Usted, majestad, de este reino y de todos los demás”, responde el espejo en el cuento centroeuropeo, a quien se miraba en él. Espejo, imagen de uno mismo, conectando el cerebro a su ombligo. “Yo soy yo” y cuando quiero actúo con el “no es no” o con el “sí es sí”. Mecanismo forzado que traslada al exterior responsabilidades propias. Se complica cuando muchos se miran al espejo que los cautiva. Es raptada su razón pon el espejo, garante de cualquier acción por disparatada que sea, cuanto peor mejor, alcanzo cuanto me propongo, nadie me sigue. Así la democracia liberal se deconstruye como “el gobierno del pueblo para el partido”.
El 28 de mayo 2023, el espejo de la nación se craqueló en las elecciones locales-autonómicas, quedó fracturado e incapaz de reflejar una imagen nítida, para quienes le pedían consejo. Ya no soy el más poderoso del reino. Así, el espejo mágico le aconsejó disolver las cortes y convocar elecciones generales. La extrema derecha y la derecha extrema me odian. Tanto como la calle, desconsiderada con todos los sacrificios que he hecho por ella, me abuchean y a todos mis ministros, “encantados por mi espejo”. Me he tenido que defender de ingratos tabernarios, de los capitalistas del Ibex. Discrepan de mi acertada gestión de la nación, que la guío con mano firme hacia una república confederal. De los separatismos que he apaciguado, incluso tachándolos del Código Penal. Pretenden revertir mis leyes igualitarias de progreso democrático, de referencia mundial; de las ayudas para los más desfavorecidos, gracias a una inteligente fiscalidad que cargo a cuantos trabajan y más si son ricos, impuestos que siempre quedan mejor en el bolsillo del Estado, para soportar políticas de progreso. Me acusan de cerrar y despreciar el Parlamento, cuya inutilidad me obliga a una ágil política de decretos ley. Las elecciones del cálido verano y su voto por correo acabarán rompiendo el influjo del espejo mágico de quien ha roto el encanto de su nación. Cuando nadie se fía de él, ni Frankestein, ni los socialdemócratas de su partido traicionados. No será suficiente con esperar a ver pasar los cristales rotos del presidente, sino que es preciso ofrecer proyecto propio para nuestra democracia liberal. Sin complejos como hemos visto en Madrid, donde equilibran el tablero inclinado del socialpodemismo. Abordar el negacionismo de la Agenda 2030, que sostiene sin base científica el cambio climático solo por causas antropogénicas, afectando sin equilibrio a la energía, la industria, el trabajo, el mundo rural y la España vaciada.
Abordar la homofobia regresando a la democracia de la razón, trastocada por la legislación de género y vida. Abordar la “memoria democrática orwelliana”, que deconstruye la Constitución del 78, la ley de amnistía del 77 y blanquea a la ETA. El idioma español negado. Un total de 14 leyes a revertir. En Canarias “dos espejos rotos lloran”. Román Rodríguez, líder de Nueva Canarias, luego de 30 años, queda fuera del Parlamento. Vice y consejero de Hacienda, todo al bolsillo público. Quedó por debajo de su partido municipalista y en su juego del “yo es yo”, según el escenario y público ofrecía “no o sí”. Y el consejero climático Valbuena del PSOE llora incomprendido “su espejo roto”, vendiendo sus proezas para Tenerife; en Gran Canaria no le dejaban entrar, y se ofrece como candidato al Senado. Hace gala de bloquear el Puerto de Fonsalía, bloquear Cuna del Alma, en Adeje; el hotel de la Tejita, en Granadilla, que perdió en Madrid, y los hoteles de Punta de Abona, en Arico. Todas ellas iniciativas con procesos de 30 años. Las acciones de su Gobierno han afectado la seguridad jurídica y las inversiones en Canarias. Vivir bajo el encanto de los ”espejos mágicos” acaba cuando se rompen y regresamos a la realidad. Humildad civil.

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