Era 8 de enero de 1998. Era el día elegido. Heide Fittkau-Garthe, una psicóloga alemana de 56 años, líder de la secta Orden del Templo Solar, tenía todo preparado para llevar a cabo un suicidio colectivo en Tenerife, concretamente en el Parque Nacional del Teide. Serían 33 personas, cinco de ellas niños. Pero: ¿qué pasó realmente en aquellas horas frenéticas en las que la Policía se vio ante una situación casi desconocida? Un grupo de investigadores y divulgadores tratará de dar respuesta a estos y otros asuntos en la I Jornada de Crónica Negra de Tenerife, que se celebra el sábado, 17 de junio, en La Laguna.
Heide Fittkau-Garthe aterriza en Tenerife desde Alemania porque sus padres tenían propiedades en la isla. En uno de sus viajes desde Hamburgo decide fundar su propia secta tras haber militado en Brahma Kumaris. Ser doctora en psicología le facilitó las cosas, creando una doctrina en la que mezclaba creencias pseudo religiosas con determinadas prácticas sexuales.

Félix Ríos, criminólogo, divulgador y ponente de la jornada, sitúa, el 5 de enero de 1998, el momento en el que todo se precipitó: “Dos hijas de una adepta a la secta de Heide Fittkau hacen saltar la voz de alarma de que podía llevarse a cabo un suicidio ritual en el Teide por parte de todos los adeptos el día 8, porque, para ella, el 8 era un número sagrado. Todos iban a ser transportados a una nave porque en la tierra habría un cataclismo”.
Así, bajo la promesa de ser ‘salvados’ Heide Fittkau logra convencer a los adeptos mientras agentes de la Policía Nacional trabajan contrarreloj. Uno de los problemas es que nunca antes se habían enfrentado a algo similar: “En años anteriores se habían llevado a cabo dos suicidios importantes, el de la secta del Templo Solar y de Heaven’s Gate, en Estados Unidos. Lo que se piensa era la alarma social que se podía producir, más en un momento en el que la imagen exterior, por el turismo, era tan importante para las autoridades”.
Pero todo aquello tenía un problema importante: ¿cómo detener a casi 30 personas por el temor de que se suiciden? “Hubo momentos delirantes porque es cierto que, tras liberarlos una vez detenidos, todos se fueron a un chalet en Arafo y la madre de uno de los adeptos avisó desde Alemania por miedo a que siguieran adelante con el plan”, señala Ríos.
Heide Fittkau-Garthe fue procesada, aunque no entraría en prisión tras un largo proceso, dejando atrás una historia de la que quedan muchos capítulos por contar, demasiadas dudas y, sobre todo, que sigue sobrecogiendo al conocer algunos de sus detalles.

“Nadie está a salvo de las sectas”
Todo lo relativo a las sectas, sean del tipo que sean, es sumamente controvertido. Lejos de que puedan parecer cosa del pasado, las nuevas tecnologías son un canal perfecto para que sus ideas lleguen y calen. Ahora, desde el sofá de nuestra propia casa, como reconoce Alfonso Ferrer, escritor y divulgador que disertará sobre Las sectas del fin del mundo: “Hay mucho sectarismo que se maneja por redes sociales. Aquel fenómeno que tuvo su auge en los años 90, de grupos organizados que la gente llevaba, prácticamente, la palabra secta escrita en la frente se ha modificado. Ahora las dinámicas son distintas gracias a internet, pero, por supuesto, siguen estando ahí”.
Félix Ríos recalca que la captación “que antes se hacía in situ” puede ser llevada a cabo ahora “por Facebook, Instagram o Telegram”. “Como están siempre en el margen de lo legal y lo ilegal es complicado hacer un registro, saber cuántas hay, es muy difícil. Los primeros que dicen que no son una secta, sobre todo una destructiva, son ellos”, indica Ríos.
Pese a que en el imaginario colectivo la posible víctima potencial de una secta tiene un perfil más o menos claro, la realidad es que “cualquiera” puede caer en las garras de estas organizaciones, como admite Alfonso Ferrer: “La mayor parte de la gente, en líneas generales, puede ser gente de clase media-alta, gente que busca nuevas sensaciones, espiritualidad… Porque hay sectas para todos los gustos. Te captan por el lado emocional”.
Aprovechan, además, las “crisis de las religiones mayoritarias”. “La gente no cree en el cristianismo, el triunfo de lo alternativo y demás… En Los Realejos, hace cinco o seis años, hubo una secta que tomaba ayahuasca, una toxina, durante 48 horas. Es esa búsqueda de sensaciones”, dice Alfonso Ferrer.
Solo así se entienden casos como el de Heide Fittkau-Garthe, el que estremeció a Tenerife -y a todo el país- a principios de 1998.