tribuna

La fibra óptica

Unas ratas se han comido la fibra óptica y me he quedado toda la mañana sin internet. Han venido los técnicos enseguida y lo han reparado. Fantástico. Funciona. Le he dicho al experto que hay que procurar exterminarlas para que no vuelva a pasar y me ha contestado que ni se me ocurra, que me pueden denunciar. Claro que lo ha dicho de broma, pero a mí me ha servido para medir cómo anda la mentalidad de la gente joven con respecto a estos asuntos de la protección. Me han dicho que me llamarán para valorar su trabajo. Les he preguntado si esto supondrá que les aumenten el sueldo y me han respondido que se dan por contentos con que no los echen. De momento me parece estar ante el mundo real, el de los especialistas que reparan las averías, tan diferente del de los activistas que se concentran para impedir que se ejecuten las obras que han sido previamente autorizadas. No sé si esto es hablar de política o de la vida cotidiana. Hace unos días utilicé el término coyuntural y una señora airada me dijo que tuviera cuidado con las palabras. La gente está muy nerviosa. Hay quien me dice que no le gusta que escriba de política. Ignoro a lo que se refiere. Supongo que debe ser a que no hago de botafumeiro de nadie y no añado nada que suponga aumentar el viento a favor de una opción determinada. Hablar de la vida y de su transcurso normal se ha convertido en algo peligroso, si lo que sale a relucir es el esperpento de algunos comportamientos. Lo mejor será no comentarlo y así nadie se me ofende, pero me acuerdo de don Ramón María del Valle Inclán o de Mariano José de Larra y me pregunto de qué habrían escrito si les hubiera tocado vivir en una época como esta. Acabo de publicar una novela narrada en primera persona por un protagonista femenino de alrededor de treinta años. Me he tenido que meter en la piel de alguien que categóricamente no soy yo. No es fácil. Pero tampoco es difícil. El mundo actual, aunque no lo parezca es sencillo de entender. A mi siempre me han gustado los monólogos, introducirme en la carne de los otros para tratar de construir un estereotipo. Son cosas que deben saber hacer los escritores. Los escritores no hacemos el retrato de una persona. Condensamos la descripción en muchas para que así aumente el número de lectores que se sienten identificados. A pesar de todo, siempre hay quien descubre una intención política en esto, y no le gusta. ¡Qué le vamos a hacer! En fin, como dije al principio, la fibra óptica sufrió un atentado por parte de unos animalillos que no saben para que sirve, y yo me he quedado pensando en lo que ocurriría si una legión de ratas diera cuenta de todas las fibras ópticas que nos conectan con el mundo. Entonces pienso que estamos en peligro, que corremos el riesgo de fracasar si alguien se empeña en salvar lo que no es otra cosa que el instinto animal, un exponente real de la diversidad, ante un atentado tan importante como colocar una red de cables extraños impidiendo su paso libre por las alcantarillas y las conducciones subterráneas. ¿Ven cómo había tema en este asunto aparentemente trivial y doméstico? ¿Ven cómo un simple accidente que me ha dejado incomunicado por internet durante unas horas puede encerrar un arcano ideológico inconfesable? Pues así es con todo en esta perra vida. Cuando hablo de perra me refiero a una moneda de valor ínfimo, por supuesto.

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