cultura

Alejandro Fernández: el corazón de México late con fuerza en Tenerife

El artista latino, referente de la música mariachi, el pop, la balada y el bolero, eligió anoche la capital tinerfeña para cerrar en España su gira ‘Amor y patria’, que ahora le llevará de vuelta a su país, a Estados Unidos y a Canadá
Alejandro Fernández culminó en Tenerife su visita a España con la gira ‘Amor y Patria’. / Fran Pallero

Una puesta en escena impecable y un cantante en plena forma, que domina el escenario, contribuyeron anoche a la celebración de una gran fiesta mexicana en el recinto portuario de Santa Cruz de Tenerife. Alejandro Fernández (Guadalajara, México, 1971) ya lo había avisado: “Canarias fue por donde entré a España. Las Islas me abrieron la puerta, de manera que siempre voy a estar muy agradecido a este archipiélago y a su gente”, afirmó en una entrevista con DIARIO DE AVISOS el hijo del Charro de Huentitán, Vicente Fernández, fallecido hace poco más de un año y medio. “Tenemos muchas cosas que contarnos y muchas más que cantarnos”, apostilló en esa conversación.

Arropado por su conjunto de mariachis, el artista no defraudó en su cita en la capital tinerfeña. / Fran Pallero

Y dicho y hecho. Acompañado de una veintena de músicos, el intérprete entabló un intenso diálogo musical con las más de 8.000 personas que se dieron cita junto al océano en el que fue el último de los conciertos en España de la gira Amor y Patria, con la que ahora regresa a su México natal para actuar en Mérida, Cancún y Querétaro, y luego, en septiembre y hasta final de año, brindar casi dos docenas de conciertos en Estados Unidos, con parada en Canadá incluida.

Más de 8.000 personas se dieron cita en el concierto celebrado en el recinto portuario de Santa Cruz de Tenerife. / Fran Pallero

FIESTA MEXICANA

La fiesta tuvo de todo. Arropado por su conjunto de mariachis, el intérprete de temas como Me dediqué a perderte, Tantita pena o Como quien pierde una estrella brindó un recorrido por la música tradicional mexicana, pero tampoco se olvidó del pop, la balada y el bolero y, era casi una obligación, compartió con el público un explícito homenaje a su progenitor. Hacía tiempo que no actuaba por estos lares. La espera mereció la pena.

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