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Crisis de Europa

La COVID-19 y la guerra de Ucrania han puesto al límite las debilidades de Europa. A la espera de las urnas españolas del 23J, donde una de las cuatro grandes naciones puede cambiar de signo político. Con la Alemania socialdemócrata de Olaf Scholz, en la Alianza de Socialistas y Demócrata de la Eurocámara; la Francia de Macron en los liberales del Renew Europe; la Italia de Giorgia Meloni, presidenta del grupo de Conservadores y Reformistas. Sin que el PPE, Partido Popular Europeo, la primera fuerza de la Eurocámara, tenga un primer ministro entre los cuatro grandes. Llega la crisis al desequilibrio europeo, con el juego entre la Comisión Europea, poder ejecutivo que ejerce la iniciativa legislativa de entre las siete instituciones básicas de la UE, presidida por la alemana Úrsula Von Der Leyen del PPE. Y el Conseja Europeo, como órgano político que representa y coordina a los 27 estados miembros, lo preside el liberal belga Charles Michel. Es el órgano decisorio que impulsa la política exterior y de seguridad, celebra los acuerdos internacionales, adopta el presupuesto de la UE con la Eurocámara, propone al presidente de la Comisión y al representante de Asuntos Exteriores. Los choques entre ambas instituciones están asegurados. En una deriva de disolución de la soberanía de los estados miembros, que es ocupada por la Comisión y/o por el Consejo, excediendo de sus competencias y legislando sobre asuntos de estricto carácter nacional, sin soporte competencial. En el juego múltiple de competencias exclusivas, que comprenden unión aduanera, normas de competencia, política monetaria, pesquera y comercial, se suman las competencias compartidas y las de apoyo, en un club de naciones unificado por las cuatro libertades, capitales, mercancías, servicio y personas. La negación al establecimiento de personas expulsó al Reino Unido del club de los 28. Club que se enfrenta al reto de responder con autonomía conjunta a la defensa-seguridad, energía-industria, alimentación y demografía. Incorporada en el marco defensivo de la OTAN, bajo el paraguas americano, solo 11 países superan el acuerdo de destinar al menos el 2% del PIB a defensa, donde EE.UU. gasta más del 50% del total. España desde 2014, ha pasado del 0,92% al 1,26% del PIB, el tercero por la cola. Cuyo espacio de Seguridad Shengen a efectos migratorios es un solo país, 22 países de la UE, con el conflicto del reparto de cuotas, que algunos no aceptan. Crisis en energía-industria, cuyo modelo se ha desplomado con la guerra de Ucrania, y la dependencia del gas ruso. El requilibrio ha hecho verdes al carbón y la nuclear, impulsando una estrategia que obliga a la autosuficiencia también industrial, donde hemos transferido conocimiento y empleo al externo. Paradigmática la suficiencia alimentaria que todos los bloques defienden, mientras tramitan en Bruselas, la nueva Ley de Restauración de la Naturaleza, que impone la Agenda 2030, a los agricultores, ganaderos y pescadores, dejando en situación de insostenibilidad el agro de la UE mientras la competencia global, carece de ellos. Y la “demografía” que colapsa en Europa, con la familia penalizada por las legislaciones ideológicas, cuando precisa un decidido apoyo para la vivienda, escuela, fiscalidad y recursos; de nuevo España a la cola de la UE. Los distintos grupos de interés al interno, caso de los PIGS, Portugal, Italia, Grecia y Spain. La Liga Hanseática, Países bajos, Dinamarca, Irlanda, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania. Y el Grupo de Visegrado, Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia, conforman grupos de intereses diferenciados, con un liderazgo Francia-Alemania decaído, incapaces de movilizar al conjunto de la UE. Entre 2008 y 2020, la UE ha reducido su PIB en relación a EE.UU. desde la igualdad, a situarse un 40% por debajo, con EE.UU. en el 28% del PIB mundial y la UE en el 18%. Crisis.

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