La semana pasada se fue rápida, entre el calor y la calima y una tímida entrada del alisio que me ha destrozado el único día que he ido a la playa, dejándome como una croqueta. Ha habido calor y calima, ese polvo del Sáhara que según los expertos le da vida a las selvas del Amazonas. Alguien del clima aseguraba que se había mezclado con el humo de los incendios del Canadá, y yo no puedo entender de qué forma allá arriba se pueden mezclar los vientos del norte con los del sur como si tal cosa. Lloverá este verano. No sé si lo suficiente para que se llenen los pantanos y atemperar la sequía. Eso dice un jovencito de un pueblo de Burgos que estudia los cambios del tiempo observando el comportamiento de las hormigas voladoras.
Ahora va a resultar que tanta tecnología no sirve para nada y es preferible fiarse de lo que hacen los animales, como siempre hemos hecho. Por algo llevan aquí unos cuantos millones de años más que nosotros. Las mejores cábalas son las que se basan en lo que ya ocurrió. Estamos viviendo situaciones que ya sucedieron. Las más previsibles son aquellas en que se repiten los acontecimientos sociales, sobre todo los políticos. El mundo, en este sentido, se comporta como una gran montaña rusa, y tan pronto estamos arriba, a punto de caer a tumba abierta, como abajo, preparándonos para volver a subir. Estoy leyendo el libro de García Margallo, España en su laberinto, y compruebo que estas alternancias son constantes históricas, que se repiten con tanta asiduidad como los saltos anormales de las hormigas voladoras anunciando que va a llover.
Las alarmas ante los cambios políticos son como el anuncio de las tormentas devastadoras. Ahora vivimos con la amenaza de la desolación por lo que pueda ocurrir el próximo 23J. El país va a ser desmantelado por una ola que viene a arrasar todo lo conseguido, igual que un granizo cruel que arruinará todas las cosechas.
Nunca pasa nada. El mundo sigue adelante porque la evolución es implacable, porque, como decía Antonio Machado, “todo pasa y todo queda”, y de lo nuevo solo va a permanecer aquello que sea sometido a una criba selectiva y merezca la pena. Es una cuestión de tiempo. El tiempo siempre es el mismo, aunque ahora se diga que quizá haya que revisar a Einstein. ¡Hay tantas cosas que se quedaron atrás! El tiempo es algo tan relativo que el que ha transcurrido desde el domingo pasado a este se me ha ido en un abrir y cerrar de ojos. Dos días de calor y calima, otros mas de viento y ya está.
Mientras tanto, yo sentado frente al ordenador intentando detenerlo, o acelerarlo, que ya no sé, para demostrar que el auténtico poder de las cosas consiste en pensarlas, en alargarlas, en condensarlas, en hacer abstracción de que existen realmente. Para mí, que ya he cumplido algunos años, lo importante es el recuerdo. El recuerdo es la antítesis del olvido y la más importante fábrica para las previsiones.
Todo lo que nos pasa es culpa de que aflojamos al mantener en nuestra retina a lo pasado. Si imitáramos a las hormigas voladoras, como hace ese joven de un pueblo de Burgos, estaríamos alerta con lo que va a ocurrir y no nos dejaríamos olvidado el paraguas en casa.