En el Patio de Pedro, un espacioso recinto lagunero, se reunía este fin de semana la plantilla histórica de Radio Club Tenerife, que en muchos casos nos remonta a 45 años atrás, casi medio siglo, en que este país ha cambiado de los pies a la cabeza y no parece ya el mismo. Un país de otra galaxia.
Entonces no había internet, no había televisión privada, no había inteligencia artificial y se publicaba La Tarde. No había autonomía y ni siquiera casi había democracia propiamente dicha, que nació al socaire de la la radio y casi muere en sus brazos el 23F de 1981, cuando el golpe de Tejero. La democracia la vimos nacer aquella generación de locutores, realizadores y administrativos, y también la hicimos nacer como si asistiéramos a su parto con nuestras manos y nuestras voces. Fue un tiempo irrepetible e inimaginable. Todo cuanto sucedió a partir de entonces, en los años 70, 80 y 90, constituía una odisea en distintas dimensiones: nosotros hacíamos radio y contábamos la metamorfosis del país en tiempo real. Eso solo ha ocurrido una vez. Todo nacía simultáneamente delante de nuestros ojos, en el belvedere de la sede antigua de Suárez Guerra. Todo se inventaba como si estuviera saliendo del horno.
Paco Padrón -que estaba este sábado entre sus conmilitones en el restaurante del reencuentro- era conocido en la SER en Madrid como el Orson Welles de Canarias. Menos platillos volantes -que acaso también en una célebre Alerta Ovni con Antonio José Ales-, vimos burros volando, como diría Olarte. Retransmitíamos juicios por primera vez en la radiodifusión española; fuegos artificiales de Carnavales; inocentadas que parecían irrefutables y hasta un caos circulatorio provocado involuntariamente por un concurso radiofónico de nuestra factoría.
A Xuáncar -que también se sumó el sábado a la fiesta- le tocó biografiar en vivo y en directo las vidas paralelas de Javier Pérez y el mejor CD Tenerife de la historia. Pero es que todo lo que pasó fue histórico intrínsecamente. La radiofórmula, que conmocionó la radio, nos llevó a conquistar todas las franjas de edad, desde las familias que se habían afiliado, generación tras generación, a nuestra EAJ43 desde su origen en los años 30, hasta los más renacuajos, que todavía no eran internautas.
Cuando tocaban elecciones, como ahora, llenábamos la Avenida de Anaga de curiosos de nuestros debates en restaurantes como el Bugatti. Y un día descorchamos la botella de las tertulias con Andrés Chaves, José H. Chela, Miguel Tejera Jordán, el que suscribe y un humorista que iba a marcar una época, Juan Luis Calero. Allí nacieron El Caballero y La Señora, y Calero no paró de engendrar personajes que encarnaba con voces diferentes, como si se desdoblara en múltiples personalidades a la vez.
En aquella radio afloramos algunos componentes del equipo de DIARIO DE AVISOS, como Juan Carlos Mateu y un servidor, llevados del impulso transgresor de Paco. Lucas Fernández, editor de este periódico, debutó en Radio Club cuando era casi un niño. Y otro tanto, Willy García, que presenta Good morning, Canarias! en Atlántico Radio.
En diciembre se celebró, de la mano de Javier Cabrera y Andrés Aguiar, la primera ronda de estos reencuentros de aquel fenómeno radiofónico único. Y ahora, por segunda vez, nos reunimos para homenajear a las mujeres que participaron en la tripulación de nuestro buque insignia de la Avenida de Anaga. Los promotores de este cónclave sentimental, que parece desafiar el tiempo, 30, 40 años después (toda una excepcional muestra de afecto y compañerismo), tuvieron el detalle de rendir un recuerdo especial, en un vídeo con materiales inéditos, a mi hermano, Martín Rivero, fallecido en marzo, con quien puse un día un pie en Radio Club cuando hacíamos periodismo a la par. Y aquel día lo tengo grabado en la memoria, como el día, el otro día, que se nos fue.