La Asociación de Agricultores y Ganaderos (Asaga Canarias Asaja) demanda una batería de medidas que fomenten el autoabastecimiento de la papa local mediante el impulso del el cultivo, sobre todo, en las medianías. Ello “serviría para reducir las importaciones de este tubérculo de países como Inglaterra, actualmente afectado por la presencia del escarabajo colorado”. Esta alerta de Sanidad Vegetal obligó la semana pasada a paralizar en los puertos canarios y devolver a su lugar de origen varios contenedores, lo que derivó en una caída del suministro en las Islas. Entre las acciones que propone Asaga para evitar que situaciones de este tipo afecten al mercado regional figura el saneamiento de variedades tradicionales de papa de semilla como Cara y Red Cara, “caracterizadas por su vigor y alto rendimiento”, además de otras como King Edward, Up to Date y Kerr’s Pink. “Este procedimiento permite la desinfección de los tubérculos para liberarlos de plagas y enfermedades mediante técnicas in vitro, trabajos que Cultesa S.A. [una empresa del Cabildo de Tenerife especializada en biotecnología agraria] ha llevado a cabo en variedades de papa antiguas de Canarias para su comercialización a los productores”.
Sanear estas variedades “no se había planteado hasta ahora porque al agricultor le salía más rentable importar la semilla que adquirirla a un centro especializado”, reseña la organización profesional que presidente Ángela Delgado. Sin embargo, apostilla, “al haber una menor oferta de papa importada para siembra y subir los precios, sería viable disponer de una alternativa local para no tener que importar, al tiempo que el productor estaría mejor remunerado”. Aparte del “saneamiento de variedades de papa”, Asaga Canarias Asaja considera fundamental la “planificación del cultivo”, tanto la siembra como la recolección, con la intención de disponer de producción de manera escalonada a lo largo del año. Asimismo, añade, “se requiere el acondicionamiento de las cámaras de frío, algunas de las cuales están inoperativas en la actualidad, sin cuya función no se puede garantizar la adecuada conservación de las papas, como de hecho ocurre en otros países, y el consiguiente suministro a los diferentes puntos de venta”.
Otro “factor crucial” en la estrategia para aumentar la producción de papa local es el de “disponer de agua de riego en cantidad y calidad incrementando la regeneración de los caudales residuales de origen urbano para su puesta a disposición de las explotaciones ubicadas en las medianías de las islas. Con esto se conseguiría crear un cinturón agrícola, alrededor de la corona forestal, que prevenga los incendios forestales”. Asaga Canarias Asaja entiende que, “si los agricultores cuentan con garantías para cultivar y es rentable producir, se conseguirá un efecto llamada para que otros se incorporen, se podrá aumentar la producción y, al mismo tiempo, reducir la dependencia del exterior”. No deja de lado “la importancia del funcionamiento de los controles fronterizos en Canarias, gracias a la orden del 12 de marzo de 1987 por la que se establecen las normas fitosanitarias relativas a la importación, exportación, y tránsito de vegetales y productos”. Asaga Canarias Asaja “siempre ha defendido esta normativa, que, aunque deficitaria en personal en los puntos de inspección fronteriza, protege a las islas de la llegada de nuevas plagas”.
La imposibilidad de importar papa de Inglaterra ha coincidido en el tiempo con la reducida campaña de papa de este año; especialmente, en el norte de Tenerife (municipios como La Orotava, Los Realejos y San Juan de La Rambla), donde solo se ha recogido en torno a un 20% de la cosecha. Las causas de esta reducción se achacan a las altas temperaturas, superiores a los 28ºC al inicio de la primavera, a la humedad relativa por debajo del 20% y al viento. Los efectos de este “cóctel climático” provocaron una reducción de la cubierta vegetal en más del 50% del cultivo, una disminución del ciclo vegetativo en cuatro semanas, así como la falta de tuberización y engorde.
La superficie de la papa era en 2021 de 4.048 hectáreas (2.638 en regadío y 1.410 en secano), 1.461 menos que en 2015.