La Ceremonia de los Guanches volvió a protagonizar ayer el primer gran acto de las fiestas de la Virgen de Candelaria. La plaza de la Patrona de Canarias acogió la representación teatral del hallazgo de la Virgen, ceremonia cuyo origen cuenta con más de 200 años de trayectoria, y que lleva a cabo el colectivo de Los Guanches de Candelaria, muchos de ellos descendientes de los primeros pobladores de la Isla.
No todos los historiadores están de acuerdo en el lugar y fecha de aparición de la imagen de la Virgen de Candelaria. No obstante, la mayoría coincide con el primer cronista de la Virgen, fray Alonso de Espinosa, en que la venerada imagen fue descubierta sobre una pequeña roca que emergía de la arena en la playa de Chimisay (hoy El Socorro), en la costa de Güímar, de donde fue llevada luego al Auchón del Mencey Acaymo en Chinguaro y, posteriormente, a la Cueva de Achbinico, en Candelaria, localidad en la que permanecerá, no sin sufrir serios avatares, hasta la fecha, con cambios de imágenes que muchas veces no fueron entendidos, recuerda el cronista oficial del municipio, Octavio Rodríguez.
Ante un numeroso público, desafiando al calor, aminorado por la brisa marina, con cientos de peregrinos llegados a la Villa desde diferentes rincones de Tenerife, la mayoría para cumplir alguna promesa, el colectivo de los Guanches de Candelaria representó el hallazgo, basado en el relato sobre la aparición de la Virgen de fray Alonso de Espinosa, publicado a fines del siglo XVI, concretamente en 1594.
La representación relata el hallazgo por dos pastores guanches de una imagen de una mujer con un niño en brazos sobre una roca, cuando se disponían a llevar al ganado hasta la orilla del mar. Estando prohibido hablar con una mujer en un lugar desierto, los pastores hacen señas para que se aparte, pero la mujer permanece inmóvil sin responder a sus requerimientos.
Uno de los pastores trata de lanzarle una piedra y su brazo se queda yerto. El otro pastor intenta herirla con su tabona (cuchillo), aunque, ante su asombro, se hiere a sí mismo.
Extrañados, van a buscar al mencey de Güímar, de quienes eran vasallos. Los dos pastores cuentan al mencey Acaymo los hechos, mostrando sus brazos yertos como prueba. El mencey, acompañado de parte de su pueblo, decide bajar de Chinguaro a Chimisay para comprobar lo que le contaban, quedando asombrado de la majestuosidad de la imagen. Pese a intentar comunicarse, no responde. Decide entonces trasladarla a su cueva de Chinguaro y le dice a los dos pastores que la encontraron que la carguen hasta allí, y cuando la tocan quedan sanados de sus heridas, relata la historia o la leyenda.
Llenos de júbilo por el hallazgo y el milagro presenciado, los guanches saltan con sus lanzas y tocan los bucios en honor a la imagen que llamarán Chaxiraxi, y que permanecerá en Chinguaro hasta la conquista de la isla de Tenerife, cuando es trasladada a Candelaria.
Tras la finalización de la representación teatral, comenzó la procesión nocturna hasta El Pozo, acompañada de la Banda Las Candelas, diversas autoridades y numeroso público, mucho de él emocionado, con lágrimas en los ojos. La Patrona retornó a la Basílica alrededor de la media noche, donde los guanches se arrodillaron ante ella y la despidieron con devoción y júbilo hasta el próximo año, mientras Chago Melián cantaba desde el balcón del Ayuntamiento Viejo el Ave María, dando paso al concierto Noche de Parrandas, en memoria de Rosaura Marrero Fariña, con parranderos y solistas venidos de toda la Isla, como los peregrinos, que a medida que entraba la noche seguían llegando a los pies de la Patrona, que lucía un espectacular manto de color coral.