incendio en tenerife

“De noche, el olor a humo todavía es insoportable en Benijos”

Los vecinos de Benijos vuelven al barrio, uno de los más afectados, donde aún muchos medios controlan que el fuego no salga de su perímetro
"De noche, el olor a humo todavía es insoportable"
Foto: FRAN PALLERO

El miércoles volvieron a Benijos, a su barrio, a sus casas, después de varios días de incertidumbre, de temores y de ser desalojados por la madrugada, de prisa y corriendo ante un fuego imparable que arrasó gran parte de los montes de Tenerife y causó un gran daño en el municipio de La Orotava, donde hay 5.505 hectáreas afectadas, más del 37% de la superficie total del incendio que afecta a la Isla desde el 15 de agosto.

Juan José Dóniz estaba ayer junto a sus cabras, frente a su vivienda, de color amarillo, donde volvió hace dos días aunque tuvo que pasar la noche en casa de su cuñado porque “el olor a humo era insoportable”.

Y lo sigue siendo, “porque de día se puede respirar un poco mejor pero de noche no se puede abrir ni una ventana”, asegura Carmelo Labrador, un vecino que vive más abajo. Le avisaron a las cinco de la mañana del domingo que tenía que abandonar su casa y “en 20 minutos tuvimos que irnos”. Cuando regresó la encontró bien, “aunque llena de humo”.


En el monte se entremezclan dos colores, el negro y el verde. El primero, de la vegetación quemada, donde cayeron las pavesas y se generó un fuego de gran intensidad. El segundo, donde el daño ha sido mínimo y por lo tanto, las especies se recuperarán en poco tiempo.
Sobrecoge ver cómo las llamas rozaron muchas de las viviendas de la parte alta del barrio, sobre todo, las comprendidas entre Camino La Iglesia y prolongación El Bucio, pertenecientes a varios miembros de unas pocas familias. Se salvaron gracias al intenso trabajo de las brigadas forestales y de los bomberos, que se emplearon “a fondo” y con todas las condiciones en contra, de temperatura y humedad, hasta que consiguieron que fuego que quedara a las puertas de los inmuebles.


Uno de ellos fue el de Jorge Luis Prieto Curbelo, que vive en Benijos desde hace 23 años. Su casa no fue afectada “de milagro”, igual que la de su hija, a escasos metros de la suya, en la que el fuego llegó justo a la pared. “No causó más daño a más gracias a las Brifor”. Según le contaron, “prepararon la defensa en la primera pista y les saltó por encima a los operarios, se tuvieron que ir y prepararon otra defensa en la que también vivieron momentos peligrosos para ellos, sobre todo cuando el fuego caminó por el barranco”.


Llegó un momento en el que los servicios de extinción lanzaron agua sobre las casas para intentar salvarlas, “porque las llamaradas tenían entre 15 y metros de altura y el fuego cogió una carga impresionante”, declaró ayer el concejal de Seguridad, Narciso Pérez, durante una visita por la zona acompañado del alcalde, Francisco Linares, y otros miembros del grupo de gobierno, ante la reactivación de algunos focos. También los hubo en Pinolere, el barranco de la Hondura y la Florida Alta, donde ayer se pudo ver a Bomberos de Tenerife y la Brifor y hubo una descarga de medios aéreos.


Jorge Luis, su esposa y su hijo, se fueron a casa de su madre, a Santa María del Mar. Iba y venía todos los días porque su hija, que está embarazada de seis meses, se quedó con los abuelos de su esposo, en Los Realejos. El miércoles, cuando regresaron, “estábamos desubicados, no sabíamos qué hacer. Yo lo que quería era ver a mi hija”, declaró la mujer.
“Me tuve que sentar, fui a la huerta, hasta que pasó un rato y empecé a limpiar, a hablar con los vecinos y a comprobar que todos estaban bien, que es lo más importante”, añadió. En su pequeña huerta se pueden ver tres ciruelos secos por el intenso calor. Era suficiente tocar las hojas para comprobar cómo se deshacían entre las manos. “Son árboles duros, se recuperan”, sostuvo. Las habichuelas y las tomateras tampoco se salvaron.


La magnitud del fuego fue enorme en todo el perímetro, que no solo abarca Benijos sino la parte alta de Las Llanadas, justo en el límite con el municipio de Los Realejos. “Incluso de Palo Blanco, porque el fuego avanzó a una velocidad tal que llegó a encontrarse con el incendio de Tigaiga, que tuvo lugar en julio del año pasado. Es decir, atravesó el Valle en un día, ya que también llegó a la parte de la ladera que limita con Santa Úrsula”, precisó el edil.

El miedo continúa
De hecho, los técnicos calificaron de excepcionales las circunstancias de este incendio, con intensas nubes de humo, que impidieron actuar a los medios aéreos. Por eso no se puede bajar la guardia y se sigue trabajando para evitar que el fuego salga de su perímetro. Como es lógico, los vecinos tienen miedo y llaman a los teléfonos de emergencia porque siguen visionando muchas columnas de humo, “un proceso normal que continuará en los próximos días”, aclaró Pérez.
Más allá de supervisar los trabajos de extinción, también ha acompañado a los vecinos en el regreso a sus domicilios. “Ha sido complicado y lleno de emoción. Hay un sentimiento de tristeza en el ambiente porque estamos en barrios que hay un apego muy grande al medio rural, al ganado y la evacuación fue muy complicada por la cantidad de animales que había”, sostuvo.


El edil confesó que se vivieron momentos muy duros en la madrugada del domingo, cuando hubo que evacuar Aguamansa en cuestión de minutos porque el fuego estaba cerca, contrariamente a las primeras evacuaciones, que fueron planificadas y se les dio a los vecinos tiempo suficiente para sacar sus pertenencias.


También ellos volvieron y encontraron sus casas intactas.


Y aunque repiten que las vidas humanas es lo más importante, no pueden evitar pensar por momentos que estuvieron a punto de perderlas. Allí están sus recuerdos, su trabajo “de años”, parte de su vida. “Nosotros podemos empezar de cero, pero la gente mayor, ¿qué hace?”, se pregunta la esposa de Jorge Luis.

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