Domingo de Laguna, conocido periodista social, desgraciadamente muerto, cuando no le gustaba lo que pasaba por ahí gritaba siempre: “¡Esto es el comunismo!”. Lo aplicaba a cualquier cosa, al derribo de una fachada de su agrado, al acceso de un proletario a un cargo relevante o al Concilio Vaticano II. Daba igual. Domingo era también un hombre de esquinas. Se apostaba en la umbría de la plaza de la Catedral, veía pasar a alguien y lo saludaba: “Adiós, ilustre lagunero, prócer de nuestra ciudad, primogénito de tan ilustre casa, todo un señor” y cuando terminaba su retahíla comentaba, por lo bajini, “qué acabadito estás”. Domingo tuvo el mérito de sacar durante años y años la revista Canarias Gráfica, en la que él no escribía porque no sabía escribir, con las fotos de los mismos personajes en cada edición. La revista sólo cambiaba de contenido cuando las chicas bien de Santa Cruz se presentaban en sociedad en el Casino de los Caballeros. Entonces salían Leoncio Oramas u Opelio Rodríguez Peña con el grupo de damas y el reloj art-decó del Casino detrás. Amigo del obispo Franco Cascón, Domingo era el correveidile de la diócesis, llevaba y traía a quien le interesaba al obispo y era divertido hablar con él. Se sabía la vida y milagros del común y publicó tres tomos con las biografías de personas relevantes de Tenerife. Yo le escribí uno de ellos y los otros dos creo que Pedro Félix de Benito, que le ayudaba en la revista. Pedro Félix era un excelente cronista. Canarias Gráfica salía cuando Domingo conseguía un par de patrocinadores y él llevaba los ejemplares bajo el brazo y los iba colocando en lugares estratégicos. Su lectura, a pesar de las repeticiones, era amena. Había una foto que no fallaba en cada edición: la del director y propietario de El Día, Pepe Rodríguez. Domingo era un superviviente.