Su nombre es Steven Demetre Georgiou, un inglés nacido en Londres (1948) de padre greco-chipriota y madre sueca. El negocio de su progenitor era un restaurante en los bajos de la vivienda, donde toda la familia trabajaba. Pero lo que concede honor a este hombre es que muy pronto siente una desmesurada pasión por la música. Por sus ascendientes el rigor: lo clásico, que es la sustancia, y la variedad, de la que no falta la música popular griega. Por ello aprendió a tocar algún instrumento propio, como el colín. De ahí a la guitarra y después al piano. Su madre se lo llevó a Suiza. Ahí el encuentro con el dibujo (como confirman sus álbumes) por su tío pintor Hugo Wickman. Regreso a Inglaterra. En 1965 comenzó la cosa. Tenía 18 años. Una novia le dijo que sus ojos eran de gato. El nombre: Cat y Steven, Cat Stevens. En esa fecha, una de las canciones más recurridas del autor, Matthew and Son. En 1969 la tuberculosis y su larga permanencia en un hospital. Preguntas sobre la vida y decisiones, por ejemplo, convertirse en vegetariano. Y las más de cuarenta canciones que compuso, entre otras la dedicada a su novia estadounidense Lady d’Arbamville. A partir de los años 70, su entrada en Estados Unidos con discos como Mona Bone Jakon por el que tuvo un éxito conturbador. En 1976 el segundo incidente personal de su vida: estuvo a punto de morir ahogado en una playa de Malibú, en California. Cuenta que entonces gritó: “Dios, si me salvas trabajaré para ti”. Desde ahí su movimiento, movimiento espiritual. Su hermano David Gordon le regaló el “Corán”. Comenzó la historia. En diciembre de 1977 se convirtió al musulmán y dejó de ser Steven Demetre y Cat Stevens. Exigió que se le nombrara Yusuf Islam. Por la religión, dejar la música. Pero ese estado no confirma al ser. Steven, Cat, Yusuf es música y la música es lo que lo consuma. Se reconcilió con Cat Stevens y puso las cosas en su lugar. Pues se sabe proverbial desde que en el año 1971 grabó en el álbum Teaser and the Firecat la excepcional Morning Has Broken (La mañana se ha roto) una de las canciones más extraordinarias de la música ligera mundial. Así es que en 1990 volvió. Ha grabado dos discos excepcionales. Uno jugando irónicamente con su antecesor, Cat Stevens, otro por el valor certero de la mansedumbre, de la sobriedad, de la sencillez, de los sublimes arreglos orquestales, de los músicos gloriosos. Y eso queda, un músico imprescindible, una de las presencias más suntuosas de la humanidad, un autor del que hay que oír al menos tres logros prodigiosos: Tea for the Tillerman (Té para el leñador) de 1970, como Cat Stevens, An Other Cup y Roadsinger (Otra copa y Cantante de carretera) de 2006 y 2009, respectivamente, como Yusuf. Extraordinarios, un artista excepcional.