tribuna

Me quedo contigo

Si me das a elegir” es una canción de Los Chunguitos que borda la Rosalía acompañada por un coro de Barcelona. El final es siempre “me quedo contigo”, me pongas delante lo que me pongas para tentarme. Ahora es un artículo de Berna González Harbour que plantea el dilema entre amnistía y obispos, después del posicionamiento de la conferencia episcopal sobre el asunto. Volvemos al bloque de siempre: derecha, ultraderecha, más obispos, frente a progresismo más independentismo. De esta manera se dirime un debate en torno a una investidura al que había que echarle un poquito de incienso para que esté completo. El problema es que los curas no andan unidos en esto, y unos son preconciliares y otros ecuménicos y hasta partidarios de la teología de la liberación.

En España, los obispos catalanes han mostrado su desacuerdo con sus colegas españoles, evidenciando su mimetización con el carácter levantisco de los pueblos, como hacen también en el país vasco, que viven con la herencia del Dios, Patria, Fueros y Rey, y de Sabino Arana. “Si me das a elegir entre tú y la riqueza. ¡Ay, amor! Me quedo contigo.” En esto no coincide con el tema de los perdones, pues en el mismo plato se exige la satisfacción de una deuda histórica cifrada en 450 mil millones de euros, y esto no son minucias para renunciar por ellas al amor. La Rosalía da para mucho. “Si me das a elegir entre tú y mis ideas; que yo sin ellas soy un hombre perdido. ¡Ay, amor! Me quedo contigo.” Las ideas son algo variable y hay cada vez más hombres perdidos porque cambian y abandonan las que tenían hace pocos meses, y abominan de quienes las mantienen.

Al final, la respuesta de la Rosalía es la que vale: “Me quedo contigo”. Todo lo que está ocurriendo es un tema de apasionamiento. Pase lo que pase, digan lo que digan, “Me quedo contigo”. No existe lealtad más grande que la que exige el amor. Nunca te abandonaré, aunque pierda la riqueza, aunque me quede sin ideas, siempre estaré a tu lado: “me quedo contigo”. Ya sabemos que lo de los obispos huele mal, con todos sus casos de pederastia incluidos. Ellos, como siempre tan oportunos, son la guinda que le faltaba al pastel de la innombrable amnistía; esa que está incluida en el mensaje cristiano del perdón y la misericordia. No hay quien los entienda. “Si me dan a elegir entre tú y la gloria, también me quedo contigo”. De qué me serviría el triunfo sin ti.

El problema de la canción de la Rosalía es que sabemos todo de lo que ella es capaz de renunciar y nada se dice de lo que hará él. Quizá la deja tirada como una colilla a la primera de cambio, pero la verdad es que la canción no entra en ese caso. Ella se entrega y se lo da todo; de él no se sabe nada. Quizá este dispuesto a celebrar un casting para buscarse otra novia. Capaz de eso lo veo.

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