tribuna

Sonsoles

La Vanguardia titula la noticia diciendo: “Y ahora Sonsoles es premio Planeta”. Nada tiene que ver con que ese sea el programa que presenta en Antena 3, la televisión del grupo editorial. Lo digo porque la escritora se ha presentado bajo el pseudónimo de Gabriela Monte, igual que el año pasado el trío ganador lo hiciera con el de Carmen Mola. Hay que estar atentos, en las próximas convocatorias, al sonido embaucador de los pseudónimos para llevarse el galardón del millón de euros. No importa, siempre habrá un finalista para compensar, que es donde creo que los seleccionadores previos y el jurado se queman las pestañas. Quizá me equivoque y todo se haga por debajo de la mesa. Si en el Nobel lo hacen, por qué no hacerlo en un concurso que lo supera en cuantía económica. El de este año ha sido un fraude, con perdón de los expertos. El tal Jon Fosse es infumable. He tenido que tomarme una buena dosis de ibuprofeno para poderlo leer. La novela de Sonsoles no la he encontrado en Amazon, pero prometo que la voy a leer. De momento le he echado un vistazo a la que ganó el Fernando de Lara y no me parece gran cosa. Que conste que no me cae mal la hija de Fernando Onega. Es menudita, simpática y tiene aspecto de discreta. Confiesa que nunca ha obtenido más de 3.000 euros de adelanto en las novelas que ha publicado.

En eso le pasa como a casi todos. De la escritura no se puede vivir. Si lo consigues es como si te hubiera tocado la lotería. Siendo esta la realidad, tengo la impresión de que estoy saliéndome del tiesto comentando estas cosas. La literatura es bastante más que eso de los premios, del éxito, del reconocimiento y del dinero. De qué sirve escribir bien si luego caes en las garras de Porcelanosa o presentando un estúpido programa del corazón. De algo hay que vivir, me dirán ustedes. Supongo que la empresa no ha calculado el riesgo que corre premiándola. Yo, si fuera ella, pensaría que he llegado al techo de mis ambiciones como escritora y me entregaría de lleno a esa labor, dejando atrás lo prescindible, que es la tele. Pero es que una cosa va apareada a la otra, y ahí es donde reside el problema, si es que hay algún problema en esto, que me temo que no. Casi todos los escritores que conozco están deseando que les llegue la ocasión de liberarse de las vulgaridades que los atan al mundo y dedicarse plenamente a su oficio. No creo que este sea el caso de Sonsoles. Conozco a pocos novelistas que sean famosos por otras cosas ajenas a su oficio principal. Sonsoles, por lo visto es una trabajadora incansable que le mete el diente a todo. En Amazon veo títulos firmados con su nombre, como Plan para deshincharte o El método para eliminar la grasa.

Con un currículum como este se puede llegar a triunfar en una editorial cuyo dueño ganó el dinero vendiendo Avecrem, chup, chup. Al fin y al cabo, algo relacionado con la alimentación y, de forma tangencial, con las dietas para mantenerse en línea. A pesar de esta broma, repito que Sonsoles me cae bien. Ella no tiene la culpa de estar involucrada en ese negocio. Ella no es la que reparte los premios ni se dedica a vender libros. Ya quisiera yo tener a alguien tan importante que vendiera los míos. Es menudita y adorable. Nunca se mete con nadie. Si pudiera darle un consejo, le diría que aproveche la ocasión y se dedique a lo que realmente le gusta. Si es verdad que es eso lo que le gusta. Supongo que sí.

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