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El barrio de Gracia y su ermita

El barrio de Gracia y su ermita
Mari Cruz del Castillo Remiro

En el antiguo camino que conducía a Santa Cruz, sobre un pequeño montículo arbolado, cuenta la tradición que la expedición capitaneada por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo descansó en ese lugar antes de iniciar la conquista definitiva de Tenerife. En ese paraje, donde más tarde se construyó una ermita rodeada por una plaza, con un pozo de agua que servía de reclamo a los caminantes que pasaban por el lugar, “el canónigo Samarinas entonó el Te-Deum en acción de gracias por la victoria alcanzada, sagrada función en que le ayudaron los otros eclesiásticos y religiosos que acompañaban al ejército invasor” (Rodríguez Moure).

LA ERMITA

Según afirmaciones de varios historiadores, principalmente Núñez de la Peña, la primera ermita que se construyó en honor de Nuestra Señora de Gracia fue fabricada de piedra en 1507, otros investigadores opinan que no es posible tal construcción con esos materiales, que la convertirían en la primera iglesia de Tenerife edificada con materiales de canto, piedra y madera, incluso antes que la parroquia matriz de La Concepción y el convento de San Miguel de las Victorias (Santuario del Cristo). Parece más acertado afirmar que la primera fábrica con estos materiales comienza en el entorno de 1528, cuando la visitó un 7 de julio de ese año el obispo Fray Francisco de Zamora, pues un año después de esa visita, siendo mayordomo de la misma Antón Funes, se inició la reedificación sobre la misma. Se sabe que los trabajos de la madera fueron encomendados al carpintero Cristóbal Ruiz, en 1531, Francisco Hernández ejecutó los trabajos de cantería, y Juan González los de albañilería (Cioranescu).

Como casi todas las obras de esa época, la fábrica no aguantó los temporales de lluvias y vientos a lo largo de los años, por ello se hizo necesario la remodelación de la ermita, casi en su totalidad, entre 1700 y 1714. Fue en 1781 cuando se compraron las dos primeras campanas y se edificó la sacristía. Se construyó la capilla mayor con su arco toral que divide el presbiterio del lugar de los fieles, y también se edificó el camarín de la Virgen.

El fuerte temporal que azotó La Laguna el 7 de septiembre de 1826, destruyó la techumbre de teja árabe, a dos aguas en la nave y a cuatro sobre la capilla.

La ermita estuvo abandonada por la secularización, según cuenta el historiador Alejandro Cioranescu, durante casi un siglo, hasta que entraron en ella las religiosas Oblatas del Santísimo Redentor, que llegaron a la ciudad en 1924, recibieron la iglesia de manos del obispo Fray Albino, para que sirviera de capilla para su Instituto. Esta orden religiosa empezó a construir un edificio adosado a la histórica ermita en 1926, posteriormente se construyó otro por el lado opuesto, y suprimieron el balcón canario que caracterizaba a la antigua iglesia. Estas edificaciones anularon el entorno histórico y fueron destinadas para uso de 18 religiosas Oblatas, y 80 internas en régimen de reformatorio. Esta actividad limitó la visita de los vecinos y fieles que solamente podían hacerlo dos horas por la mañana, perdiéndose con ello una tradición de siglos.

Una vez abandonado el lugar por la Orden Religiosa de las Oblatas del Santísimo Redentor se han llevado a cabo varias reformas en la iglesia, actualmente la ermita conserva un magnífico estado. Erigida parroquia en el 8 de julio de 2001, siendo obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna don Felipe Fernández García. El inmueble, con inclusión de los Bienes Muebles Vinculados y su Entorno, está declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento desde el 9 de mayo de 2006.

LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA

En el año 1541 llegó a La Laguna la imagen de Nuestra Señora de Gracia, procedente de Flandes, que vino a sustituir otra más pequeña que antes presidía el altar, años más tarde fue vestida con un manto, aunque dicha talla no estaba hecha para ese uso. La imagen original llevaba en sus brazos al Niño Jesús, pero este desapareció en el siglo XVIII, a partir de esa fecha se comienza a representar a la Virgen con una rosa y un libro en sus manos.

Durante muchos siglos Nuestra Señora de Gracia fue llevada en procesión al centro de La Laguna, principalmente por la sequía que afectaba a la Isla. También procesionó en rogativa la imagen primitiva en los años 1532 y 1539. La nueva salió en rogativa por falta de lluvias en 1670, 1673, 1693 y 1711.

Las fiestas en honor de la Virgen de Gracia se celebraban en la ermita y sus alrededores cada 25 de marzo, con la participación de los beneficiados de la parroquia de Los Remedios. Desde 1680, sus fiestas se trasladan al primer domingo de agosto, dado que en la fecha anterior la climatología no ayudaba a la celebración de las mismas.

EL BARRIO SE CONSOLIDA EN TORNO A LA ERMITA

En el entorno de la primitiva ermita de Gracia, a dos kilómetros del centro histórico de La Laguna, se creó uno de sus barrios más antiguos, formado por los núcleos de El Hoyo de Gracia, Lomo Guirre, la Hornera y más reciente Cercado Mesa. Actualmente en este entorno se encuentran las instalaciones del Instituto Histórico Provincial, el IES Domingo Pérez Minik, varias facultades universitarias, el Instituto Astrofísico de Canarias, el Museo de las Ciencias y el Cosmos, la finca (donde estuvo el almendro), y la casa de la familia Estévanez.

Una vecina fundamental en la constitución de este barrio fue Clemencia Hardinsson, aristócrata franco-belga que nació en La Laguna en 1908, y vivió en el Barrio de Gracia, donde su familia poseía importantes terrenos, ella donó parte de estos a vecinos de este lugar de pocos ingresos para que construyeran sus viviendas, con la única condición de que pagaran cinco pesetas que era el coste de las escrituras.

Lamentablemente el lugar que consolidó al barrio, con la excepción de la ermita y la casa, restaurada y sin uso que fue de la familia Estévanez, están envueltos en unos “horrendos edificios de dudosa arquitectura(Adrián Alemán), tal como lo recoge en un magnífico relato el profesor Melchor Padilla, que ha venido luchando por conseguir recuperar el entorno de la emblemática ermita eje de este barrio lagunero.

Como escribió bajo la sombra del almendro en su finca, probablemente mirando la hermosura que tenía enfrente, una ermita en lo alto de un montículo, sin que nada se lo impidiera, el poeta y vecino del Barrio de Gracia, don Nicolás Estévanez y Murphy (1838-1914):

Mi patria no es el mundo; mi patria no es Europa; mi patria es de un almendro/la dulce fresca, inolvidable sombra”.

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