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Fuego en Valencia

Lo más pavoroso del terrible incendio de Valencia es la constatación de que, con la actual normativa, hubiera sido improbable que ocurriese. Porque el edificio comenzó a ser construido en 2005 y 2006, de acuerdo con el Código Técnico de Edificación vigente entonces, sin las exigencias europeas incorporadas posteriormente, que prohíben el uso de revestimientos inflamables, y, por consiguiente, muy peligrosos. Es preocupante también que los edificios que tengan revestimientos similares puedan sufrir un siniestro de las mismas características, lo que tiene que ser evaluado por las comunidades de propietarios y los administradores. En el edificio siniestrado, el revestimiento inflamable se usó en las fachadas, en la modalidad denominada de fachada ventilada, con placas de aluminio separadas de las paredes. Una vez que se inició el incendio, esa separación actuó de chimenea que elevó rápidamente las llamas, mientras el revestimiento goteaba y expandía el incendio hacia abajo. En cuanto al origen del incendio, al parecer se inició en el mecanismo eléctrico de un toldo de una terraza. Hemos de tener en cuenta, además, que se trata de un edificio de una promoción de lujo que fracasó, que no fue vendida, y que los bancos vendieron a precios no menos altos.
Este incendio recuerda el incendio de la Torre Grenfell, que tuvo lugar el 14 de junio de 2017 en un edificio de viviendas sociales de 120 apartamentos distribuidos en 24 plantas, situado en Londres. El incendio dejó 72 muertos. Se propagó rápidamente por el exterior del inmueble, llevando las llamas y el humo a todas las plantas residenciales, acelerado por el revestimiento compuesto de aluminio y el aislamiento exterior, peligrosamente combustibles, con un espacio de aire entre ellos que permitía el efecto chimenea. Los expertos cuestionaron el revestimiento del edificio, colocado en 2015, pues contenía polietileno, lo que podría explicar la rapidez con que se propagó el fuego.
Como siempre ocurre en estos casos, lo sucedido puso de relieve las características no siempre positivas de algunos sectores de nuestra sociedad, desde ciertos periodistas y su manipulación sensacionalista de las emociones, con su paralela búsqueda obsesiva de las exclusivas, hasta los psicólogos y sus tratamientos de sentido común, sin olvidar la fascinación que tienen algunos ciudadanos por salir en televisión. También alertó sobre la aplicación mecánica de los protocolos: algunas personas bajaban con rapidez por las escaleras libres de humo y los bomberos les indicaron que se confinaran en sus viviendas. Es lo aconsejable en un incendio al uso, pero, en este siniestro, esas personas fueron mal aconsejadas. Lo seguro entonces era continuar bajando; aunque, por supuesto, eso no empaña en absoluto la heroica labor de todos los bomberos intervinientes, varios de los cuales terminaron hospitalizados con heridas, fracturas y quemaduras.
A pesar del fortísimo viento, que sopló durante todo el incendio, es relevante señalar que un conjunto de decisiones acertadas, profesionalidad, heroísmo y buena suerte impidió que el número de fallecidos alcanzara los de un incendio similar, el citado fuego de Londres. Y en cuanto a heroísmo, es obligado destacar a Julián, el conserje del inmueble, que puso en riesgo su propia vida avisando del peligro a muchos vecinos.

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