La Enfermedad Renal Crónica (ERC) se ha convertido en un grave problema de salud pública en Canarias, una de las comunidades con mayor tasa de incidencia, solo por detrás de Asturias y Cataluña. Unos 3.500 canarios precisan de diálisis o trasplante para reemplazar la función de sus riñones. El año pasado, se realizaron 167 trasplantes de riñón en Canarias, 81 de ellos en el HUC, que se acerca a los 3.250 totales en 43 años.
El Archipiélago se sitúa muy por encima de la media nacional en el número total de casos de pacientes en Tratamiento Renal Sustitutivo (TRS) -están en diálisis o trasplante para sustituir la función de sus riñones-, alcanzando en 2022 los 1.600 pacientes por millón de población (pmp) frente a 1.410 pmp nacional. La incidencia de nuevos casos alcanzó las 169 pmp, también superior a la media nacional (150 pmp).
En España, se calcula que la Enfermedad Renal Crónica afecta al 15% de la población (unos 7 millones), en cualquier estadio de la enfermedad e incluyendo a las personas sin diagnosticar. Además, la prevalencia del Tratamiento Renal Sustitutivo aumentó más del 30% en la última década, situándose en 1.411 pacientes por millón de población. Un total de 66.982 personas en España están en diálisis o trasplante.
Los profesionales de Nefrología y los pacientes renales, junto a otras sociedades científicas y organizaciones, insisten al Ministerio y las autoridades sanitarias en la necesidad de desarrollar un Plan de Salud Renal de ámbito nacional que recoja medidas concretas para avanzar en la prevención y diagnóstico precoz para frenar su crecimiento. Tanto nefrólogos como pacientes renales insisten en la necesidad de dar una mayor visibilidad a la ERC y que las administraciones públicas realicen un mayor esfuerzo para promover y potenciar la prevención y el diagnóstico precoz de una patología que tiene un infradiagnóstico superior al 40%.
Emilio Sánchez, presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), afirmó ayer que, “a pesar de su elevada prevalencia e incidencia, y del aumento de su mortalidad en la última década, la ERC sigue siendo una gran desconocida. Hay que lograr que los ciudadanos se preocupen por su función renal y la salud de sus riñones, igual que lo hacen con sus niveles de colesterol o ácido úrico, o con su tensión arterial”.
Recordó el elevado impacto sociosanitario y en la calidad de vida de los pacientes, “debido en parte a que sus síntomas son poco reconocibles en los estadios iniciales, lo que dificulta su diagnóstico precoz y tratamiento”. Por ello, es muy importante implantar programas de detección temprana en la población de riesgo, para detectarla antes de que llegue a fases más avanzadas. “En pocos años, un tercio de los mayores de 65 años tendrán ERC y esta será la segunda causa de muerte”.
Por su parte, el presidente de la Federación Nacional de personas con enfermedades renales (Alcer), Daniel Gallego, abogó por “debe hacerse un chequeo anual para conocer el filtrado glomerular y creatinina, y así familiarizarse con estos términos como ya ha sucedido con el colesterol o el azúcar”.
Pidió avanzar en la mejora de los tratamientos y calidad de vida. En concreto, fomentar el trasplante de riñón, tanto a través de donante fallecido como vivo; y potenciar las terapias de diálisis domiciliaria, más flexibles y que facilitan la autonomía.