El propietario de un inmueble ubicado en la zona de El Fraile, en el municipio de Arona, denuncia a DIARIO DE AVISOS que su edificio, que era propiedad de su abuela, ha sido ocupado. “En el salón comercial, hay alojadas unas 15 personas, la mayoría de ellas migrantes, en condiciones de insalubridad. Además, la estructura del edificio está afectada por fugas de agua y no la podemos arreglar con las personas dentro, por el riesgo que eso conlleva”, asegura.
El inmueble, que consta de un salón comercial, una vivienda en la primera planta y dos en la segunda, pertenecía a la abuela del afectado, que falleció el pasado año. Tras su muerte, siguió viviendo en el edificio su hijo, al que sus familiares tuvieron que habilitar el salón para que pudiera residir allí, dado que tenía problemas de movilidad y no podía acceder a las plantas superiores. Al cabo de unos meses, esta persona también falleció, por lo que la casa quedó deshabitada.
Esta situación hizo que las herederas del inmueble, las dos hijas de la señora fallecida, no tengan actualmente donde alojarse, dado que no pueden acceder a su propiedad. “Tienen una pensión baja y no pueden pagarse un alquiler, por lo que están residiendo con sus hijos. Es frustrante que no puedan residir en su vivienda porque esté ocupada”, relata el afectado.
ROMPIERON LAS REJAS
“Tras morir mi tío y quedar el inmueble vacío, pusimos en la puerta una reja. Sin embargo, en el mes de septiembre, una noche, sobre las dos de la mañana, una persona picó la pared para sacar la reja que sellaba la entrada del local comercial y entró en él. Vino la Guardia Civil y el hombre se excusó en que tenía un contrato de alquiler, y le creyeron. No entendemos cómo se le dejó entrar”, se lamenta el afectado. “Nosotros nos enteramos de esto a la mañana siguiente y ya no pudimos hacer nada”, explica.
Además, indica que, al parecer, el varón que ocupó el salón también se hizo con las viviendas superiores y las alquilaba a otras personas. Sin embargo, tras una nueva alerta a la Policía, el ocupa dejó el edificio: “El hombre ya no está allí; creo que está escondido, y se marchó con 7.000 euros que presuntamente estafó”.
El propietario sdostiene que, durante los meses en que esta personas habitó el edificio, se dedicó a romper todo a su paso: “La casa está totalmente destrozada. Reventaron muebles e, incluso, cajas registradoras. No dejaron las fotografías de mi abuela, ni siquiera unas bragas”.
Sin embargo, esto no acaba ahí. Este hombre accedió en septiembre y, antes de Navidad, ya residían en el salón comercial unos 15 migrantes, siempre según su relato. “Viven en 100 metros cuadrados, con un solo baño y una pequeña cocina. Bajaron los colchones de las viviendas superiores y los tienen en el suelo. Las condiciones de higiene son nulas”, manifiesta el afectado.
Asimismo, explica que tiene sospechas de que, tras la marcha del varón que entró en un primer momento, uno de los migrantes que residen en el local es el que maneja ahora el negocio de alquiler de colchones: “Estas últimas semanas, hemos tenido que lidiar con el cabecilla, que es el que se ha enfrentado a nosotros cuando hemos estado por allí. El resto de gente no dice nada”.
DAÑOS ESTRUCTURALES
Otro grave problema con el que lidian estos propietarios es el daño en la estructura de la finca, que viene dado por las deficiencias de las tuberías, que han provocado fugas de agua: “Llamamos a un aparejador y nos explicó que lo mejor era apuntalar el edificio para que no haya ningún tipo de problema. Sin embargo, con los ocupas dentro no se puede hacer nada”.
Las fugas propiciaron que se tuviera que cortar el agua para evitar mayores riesgos, pero esto ocasionó el enfado del cabecilla de los ocupas. “Cuando logramos que se marchara el primer ocupa de las plantas superiores, pusimos una alarma, por lo que esta sonó cuando volvieron a reventar las rejas de la puerta principal”, indica.
En esta ocasión, el líder confesó a los agentes que fue él quien causó los daños, porque quería volver a conectar el agua. “Los policías le dijeron que, por la pérdida de agua, no la podían restablecer. El miedo radica en que la estructura del edificio, que es del año 1970, se resienta”, explica el afectado. “El ocupa, a pesar de lo que hizo, no fue detenido”, subraya.
Ahora mismo, solo está ocupado el salón del edificio, pero, aún así, “mi madre no puede vivir ahí por dos razones: por un lado, porque hay que apuntalarlo y, por otro, porque, cuando nos ven aparecer, se ponen en nuestra contra”.
El joven relata que la situación está denunciada ante las autoridades: “Pusimos una denuncia, el mes pasado, a raíz de que nos reventaran de nuevo la cerradura. Ahora estamos con una abogada para tratar de vaciar el salón. El problema es que entra y sale mucha gente, así que no será fácil”, lamenta.