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La mejor embajadora villera en el Camino de Santiago

Sergio Siverio y su madre, Tina, de 80 años, recorrieron 114 kilómetros con una réplica de las varas de San Isidro, “que causaron sensación” entre los peregrinos
Madre e hijo en el punto de partida del trayecto que iniciaron en Sarria para llegar hasta Santiago de Compostela. | DA

Cuando se acercaba el 80 cumpleaños de Tina, Sergio Siverio escribió en el grupo de WhatsApp que tiene con sus cinco hermanos y hermanas que el regalo para su madre iba a ser llevarla a hacer parte del Camino de Santiago.

Asombrados, todos se sumaron a la propuesta y colaboraron económicamente para que ambos pudieran disfrutar holgadamente de la experiencia con la que Tina había soñado tantas veces.

En tres oportunidades Sergio hizo una parte diferente del trayecto y cada vez que volvía le contaba sus vivencias. Y en cada ocasión, Tina le repetía que le apetecía que la llevara.

El 12 de marzo Tina cumplió los 80 años y su hijo pensó: “es el momento”. Se prepararon durante un mes. Todos los fines de semana iban a caminar, la asesoraba sobre cómo hacerlo correctamente y la manera en la que no debía pisar, el uso de los bastones, y llevaban materiales para que se fuera acostumbrando a cargar un poco de peso sobre su espalda.

Sergio Siverio Domínguez y Clementina Domínguez Castilla, naturales de La Orotava, comenzaron a caminar el domingo 9 de junio y terminaron el viernes 14. Seis días en los que hicieron 114 kilómetros, con baño incluido en el río Iso. El agua estaba helada así que Tina no se animó pero “ganas no le faltaron”, confiesa. Lo compensó con “unas buenas duchas en los hospedajes en los que se alojaron”, cuenta esta villera, quien el viernes disfrutaba de haber llegado a la meta y de haber vivido la tan ansiada experiencia.

Tina admite que todavía está sorprendida del regalo de cumpleaños. Se propuso a sí misma terminarlo y en caso de no ser posible, al menos lo había intentado. Con ese convencimiento fue y “al final lo he conseguido”, subraya.

En algún momento se le hizo “un poquito largo” pero la gente que iba conociendo la ayudó a superar distancias que parecían interminables. “Nos cruzamos con personas de todos lados, había cinco chinas que nos siguieron dos días seguidos y ya después le perdimos la pista”, apunta esta mujer octogenaria cuya vitalidad es envidiable.

Al tiempo que reseñan su experiencia a Diario de Avisos, se divierten. “Ven por aquí, no vayas por ahí, me decías en todo momento”, le recuerda de forma irónica a su hijo. “Yo quería que llegara bien, no que la tuviera que recoger una ambulancia”, le contesta Sergio entre risas.

El trayecto que decidieron realizar fue el que parte desde Sarria y llega a la capital de Galicia porque se cumplen los 114 kilómetros para conseguir la compostela (también llamado compostelana), el documento que otorgan las autoridades eclesiásticas y que se recoge en la Oficina de Atención al Peregrino de la Catedral de Santiago, que certifica que se ha realizado el Camino.

Este tramo es uno de los más populares, ideal para conocer a otros peregrinos y disfrutar del magnífico ambiente y del paisaje a lo largo de todo el recorrido. “Le quería enseñar todo esto y además, es donde se prepara un pulpo a la gallega súper rico”, apostilla Sergio.

La primera etapa, de 23 kilómetros, fue en la que Tina “más sufrió” y en la que Sergio tuvo que cogerle por momentos la mochila para que fuera más aliviada. Pensó que al día siguiente quizás le costaría más “pero sorprendentemente, hizo 25 sin problemas”, relata orgulloso su hijo, y añade que eran muchas las personas que se sorprendían al ver a su madre y le pedían hacerse fotos con ella. Tina lo certifica.

“Ha sido una maravilla porque se paraban al vernos porque les llamaba la atención que una persona de su edad estuviera haciendo el Camino de Santiago y con unas cintas de colores colgando en su mochila. La llamaban la abuela del camino”, sostiene.

Se refiere a una réplica de las varas de San Isidro Labrador. Viajar con ellas fue casi una casualidad porque una semana antes de emprender el viaje quiso llevar algo representativo de La Orotava y pensó en las varas porque Carmela, la mejor amiga de Tina, fallecida el año pasado, y a la que Sergio consideraba como “su segunda madre”, proviene de familia de labradores.

Ambas estuvieron siempre muy unidas y el Camino de Santiago no fue una excepción. “Creo que es el mejor homenaje que pudimos hacerle, tanto a las fiestas de La Orotava como a Carmela, una persona que siempre nos ayudó y cuya familia es parte de la mía”, recalca.

Su amiga no pudo acompañarla presencialmente pero estuvo en su corazón en todo momento. “Carmela fue muy importante para mí y mi familia y lo sigue siendo. La tengo en la memoria siempre, doy cualquier vuelta en cosas que solíamos hacer juntas y pienso: ‘si estuviera Carmela aquí verías lo que me iba a decir’. Era más joven que yo pero tenía una mente privilegiada”, asegura.

Madre e hijo confirman que las varas “causaron sensación” y que muchos caminantes se paraban a preguntarles qué eran. Sergio se vio en más de una oportunidad sacando una foto de San Isidro y contando que el patrón de La Orotava, conocido por realizar milagros con el agua y proteger las cosechas y el ganado de los labradores, en su mano derecha llevaba una vara.

Antaño, la festividad de San Isidro era precedida por labradores pobres que portaban varas largas adornadas con flores y cintas de colores, simbolizando las flores y frutas de los campos, una tradición que a día de hoy se mantiene y pasa de generación en generación. “Gente de todos los países flipaba cuando les relataba la historia y me decían que en su pueblo no había nada así”, añade.

“Las varas de San Isidro llamaron más la atención que yo”, asiente Tina, quien se convirtió en la mejor embajadora villera en el Camino de Santiago.

Sergio ha estado haciendo fotos y vídeos durante los seis días para compartir la experiencia y el ejemplo de su progenitora con el resto de la familia.

El viernes llegaron a la capital agotados. En la Catedral había cientos de personas esperando poder entrar así que decidieron dejarlo para el sábado. Ayer, más descansados, fueron juntos a la misa y a bendecir las varas, y hoy esperan llegar a tiempo para entregárselas a la familia de Carmela y disfrutar, todos juntos, de un vaso de vino, unas papas arrugadas, y una pella de gofio en la Romería, la más bonita que hay en Canarias.

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