tribuna

Al estilo antiguo

Lo mejor es poner una peli de aventuras. De esas donde hay un niño, un mono, un perro, un caballo que habla, y al final el chico se queda con la chica. Estaba pensando en ponerme a escribir esta noche, pero he cambiado de idea. Estoy muy ansioso con eso de ir a ligar al supermercado. En mis tiempos era más sofisticado y cantábamos lo de marcianita blanca o negra. La parte que más me gustaba era cuando decía quiero una chica de marte que sea sincera y que no fume ni beba, ni sepa siquiera lo que es rock and roll. Me recordaba a un tango argentino que dice: mama yo quiero un novio, que sea milonguero, guapo y compadrón. Que no se ponga gomina, ni fume tabaco inglés. Que pa hablar con una mina sepa el chamullo al revés. Ahora se lleva más el rollo Sabina y las chicas que son más valoradas son las que te rompen el corazón y te dejan tirado 19 días y 500 noches. Antes todos estaban esperando en casarse. Una cosa en serio que casi nunca funcionaba. En fin, un amor para toda la vida. Se lo comenté a un colega y me dijo que quién estaba hablando de amor, que solo se trataba de follar y que no era necesario dejar el nombre ni el teléfono. O sea que es un asunto de relaciones sociales, tal cual, puro y duro. Si es así, pues sí. La cosa no está para mucho con el precio de los alquileres. Antes eran las suecas nuestra escapatoria y ahora el turismo nos está matando. Como la espinita: suave que me estas matando. Los tríos se están despidiendo y ya solo queda El Puncha, con El Talismán. Si vas solo, mejor Pepe Benavente. A propósito de Pepe, Pepe Dámaso me ha convocado a un acto intercontinental en Valsequillo. Está bien, delgado y atropellado, hablando, al estilo César, como siempre. Es de lo poco que nos queda. ¿Ustedes creen que después de esto me quedan ganas de ir a ligar a Mercadona con una piña en el carro? Pues va a ser que no. Esto podría ser una crónica romántica, un homenaje a los 60, cuando íbamos al Puerto con Paquito Ucelay, o de los primeros 70, cenando con César todos los fines de semana en Alfredo’s, vestidos de jeques árabes o gánsteres de Chicago. Después de recordar todo esto comprenderán que ir con un carro a las frutas del supermercado me parezca una memez absoluta. Si es que…

Una rendija de esperanza

Europa no reconoce a Maduro como presidente de Venezuela. Era de esperar. Ya había dicho que no lo haría si no mostraba las actas electorales que justificaran su elección. Ni la UE ni ningún Estado democrático puede permitir que un fantoche le tome el pelo, aunque detrás tenga a Putin, a China y a Irán defendiéndolo. Esta es una más de las políticas de ultraizquierda que se hunden por su propio peso, lo que significa que el Gobierno tiene más motivos de convergencia con la oposición que con sus socios. El reconocimiento de que hay que controlar a la inmigración ilegal es otro punto de desencuentro y, por tanto de coincidencia con lo que hasta ahora se ha venido combatiendo. Desde Moncloa mantienen que esto ya lo tenían decidido. Puede que sea cierto y los asesores lo hayan recomendado, pero hasta ahora la lucha política se basaba en ese desacuerdo que ha pasado ha ser motivo de divergencia en el propio Consejo de Ministros. Los lazos que unen al bloque se deshacen por momentos. Vamos a ver cómo recompone la diplomacia estos importantes giros. Tenemos de qué hablar quiere decir que se eliminan las barreras de lo que ya no es necesario discutir. A ver si va a ser verdad que era más lo que nos unía que lo que nos separaba. En lo de Venezuela coincidimos, en lo devolver a la inmigración irregular también, ya no falta más que ponerse de acuerdo en la financiación singular y ya no tendremos nada sobre lo que discrepar. España se ha convertido, de la noche a la mañana, en una balsa de aceite, y un golpe de timón ha servido para no seguir acusándonos de no tener responsabilidad de Estado. La bolsa va bien, la inflación se reduce y las empresas ganan dinero. ¿De qué nos quejamos entonces? No crean que no me alegro, porque siempre he apostado por el entendimiento más que por la ruptura. Se dice que Illa ha enterrado al procés y Podemos puede estar a los pies de los caballos que no pasa nada. Lo de Ábalos es pecata minuta. Ya ha dicho que entre bomberos no está bien pisarse la manguera. Ahora solo falta arreglar lo de los trenes, o cesar a Óscar Puente porque ya no hace falta el insulto para seguir adelante. De cualquier forma no me fío. Ya veremos cuando llegue septiembre. Puede ser que la previsión de otoño caliente se refiera solo al cambio climático, y puede ser también que éste se enfríe un poco y llueva y granice o vengan olas de calor y nadie crea que se acerca el fin del mundo. En esto consistiría la normalización tan esperada después de la pandemia. Macron conseguirá formar un gobierno en Francia sin el chantaje de Mélenchon, y Úrsula propondrá el suyo en Europa sin que se le cabreen las feministas. El voto de calidad también cuenta. No sé por qué todo tiende a moderarse un poquito, aunque la cosa no está para fiarse. No creo que la política cambie en Venezuela y bien que los siento por María Corina y los venezolanos. Aquí cada vez son menos los que le ríen las gracias a Monedero y a míster Bean. Son personajes de vuelta, que están de capa caída y acabarán en un zoológico. Esto que pienso y escribo es un ideal de ensoñación, pero noto algunos indicios de que pueda convertirse en realidad.

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