La izquierda dispersa, el frente amplio, o como lo quieran llamar, siempre acaba partiéndose por algún sitio Los expertos llaman a estas cosas algo estructural. Yo no entiendo mucho sobre este tipo de estructuralismo. Sabía algo de lo que escribía Claude Levi-Strauss o Humberto Eco, pero de estructuras avanzadas entiendo poco. Quiero decir que no acierto a identificar el machismo estructural ni su relación con el patriarcado, también estructural, y menos el neoliberalismo como la causa directa de comportamientos patológicos. Ahora ando navegando por las distintas versiones del caso Errejón y me tropiezo con una noticia que ya sospechaba: que se trata de un ajuste de cuentas en el seno de la izquierda. Lo dice El País y debe ser verdad. Hace tiempo que asimilaba a esa izquierda eternamente desunida con las bolitas que se forman al romperse un termómetro de mercurio. Si procuras unirlas se creará una grande que las reúne a todas con una estabilidad aparente; a poco que presiones con el dedo, se volverán a separar. Es una historia que ha estado ahí desde el principio de la Revolución. Proviene del estalinismo más duro, cuando las cosas se resolvían clavando un piolet en la cabeza de los disidentes. En España lo sufrimos durante la Guerra Civil. Así lo cuenta Orwell en su libro “Homenaje a Cataluña”; pero estos desencuentros se reproducen en la Transición de 1978, en el debate ruptura-evolución, que enfrenta a la izquierda representada por Santiago Carrillo con los herederos de Trotsky, más proclives al anarquismo, que es donde se ubican los orígenes de Podemos. Esto tenía que romperse por alguna parte, y ha sido por el personaje que pasaba por ser el más sólido intelectualmente, según acreditan desde Rita Maestre a Manuela Carmena. En medio de todo, estableciendo la unión como necesidad, el socialismo de nuevo corte, encarnado por Pedro Sánchez y Zapatero. Alguien dice que los últimos acontecimientos representan una crisis de extrema gravedad en el seno de la izquierda, pero esta crisis se venía larvando desde el principio. Ahora sí me atrevería a decir que se trata de una crisis estructural. Si a todo esto le añadimos el concepto de geometría variable, tendremos que reconocer que el país se desliza por una superficie que tiende a los equilibrios más inestables. Sugerir, por parte de la prensa progresista, que estamos ante un ajuste de cuentas, es acercarnos a la novela de Mario Puzzo. Lo que no sabemos es quién juega aquí el papel de El Padrino. ¿Quién será el próximo al que le metan la cabeza de un caballo en la cama? Vivimos un ambiente malo, con maletas llenas de lingotes, con capos de poca monta haciendo sus negocios rodeados de guardaespaldas que los llevan a hombros, con gente que encubre a tiranos venezolanos que actúan como dictadores deslenguados. No sé si esto es estructural o no lo es, pero, en el caso de serlo, esa estructura no me gusta nada.
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