Aena informó este pasado mes de junio de la adjudicación de la redacción del proyecto de adecuación del aeropuerto Tenerife Norte-Ciudad de La Laguna (Los Rodeos). La asistencia técnica se ha concedido por tres millones de euros y una duración de contrato de 36 meses (durante los 18 primeros se actuará sobre el área terminal). En él se incluirá el incremento de mostradores de facturación, de líneas de seguridad, zonas para el proceso de embarque y recogida de equipajes, nuevo equipamiento, mobiliario y cambios en los aparcamientos y en la urbanización.
Del anuncio sorprendió que la empresa pública española, obstinada en olvidar a las dos infraestructuras aeroportuarias de Tenerife, recalcase que se respetaría “la singularidad arquitectónica del edificio”. Asombra esta afirmación cuando se ha desdeñado a los arquitectos tinerfeños autores del proyecto (Antonio Corona, Eustaquio Martínez y Arsenio Pérez Amaral) en favor de la Unión Temporal de Empresas integrada por Cemosa, Fairbanks Arquitectos SLP e Intecsa-Inarsa.
El Aeropuerto de Tenerife Norte obtuvo una mención en la decimoprimera edición (años 2002 y 2003) de los premios de arquitectura Oraá y Arcocha del entonces Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias. Además, fue seleccionada, junto a otras 52 muestras de la mejor arquitectura hispana, en la exposición On site, New Architecture in Spain celebrada en el MoMA de Nueva York en 2006 y expuesta en Madrid el mismo año. El comisario, Terence Riley, arquitecto, profesor y crítico de arte estadounidense, presentó a España como uno de los centros de experimentación arquitectónica más relevantes del Mundo.
¿Considerando la ejemplaridad de la obra no sería lógico conceder la adjudicación a los arquitectos, todavía vivos y coleando, que la idearon? Parece que no.
Antonio Corona y Pérez Amaral denunciaban recientemente el agravio en un acto celebrado en la sede del Colegio de Arquitectos en Santa Cruz de Tenerife. Sus palabras hacia una arquitectura amenazada no tienen desperdicio: “Aena ha adjudicado la ampliación del Aeropuerto a un equipo liderado por un arquitecto americano que propone una transformación utilizando recursos formales copiados sin tener en cuenta los conceptos del diseño original, con lo que esta arquitectura, que ha tenido un reconocimiento internacional, va a sufrir alteraciones importantes e irreversibles”.
Virgilio Gutiérrez, expresidente de la Entidad colegial, tampoco se mantiene al margen y en una carta enviada a la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos, dirigida por María Nieves Febles, insta a objetar la resolución de Aena. Entre otros argumentos esgrime que la inclusión de Los Rodeos en la exposición del MoMa se valora sobremanera, pues participó en un corte de más de seiscientas propuestas de todo el territorio español. El Aeropuerto, sostiene, acompañaba trabajos de Rafael Moneo, Alberto Campo Baeza, Carlos Ferrater, Elías Torres… y de tres despachos canarios: AMP (Felipe Artengo, Fernando Menis y José María Rodríguez-Pastrana), con el Centro Insular de Atletismo de Tenerife; GPY Arquitectos (Juan Antonio González, Félix Perera y Urbano Yanes), con la Escuela de Artes Escénicas de Tenerife, y Joaquín Casariego y Elsa Guerra, junto a Iñaki Ábalos y Juan Herreros, con el Edificio Woermann en Las Palmas de Gran Canaria.
Gutiérrez tilda la decisión de Aena de “absoluta desconsideración” y denuncia “un flagrante atropello contra el patrimonio arquitectónico y cultural insular, que no debe permitirse y que debe afrontarse de una forma contundente desde el Colegio, adoptando las medidas y estrategias de presión idóneas a fin de revertir una situación que no podemos tolerar”. Subraya, también, que “la progresiva colonización de decisiones y acciones alejadas de valor profesional, intelectual y cultural insular tiene que contestarse”.
Y mientras Aena ningunea a Corona, Martínez y Pérez Amaral, nada se sabe de la nueva terminal del Reina Sofía. Más madera.