viernes a la sombra

Por la izquierda

Se necesita arrojo político para que, en pleno vendaval azotado por adversarios -qué más da que sean antidemócratas-, poderes fácticos y mediáticos (“…lucharemos todos juntos, todos juntos en unión, defendiendo la bandera de la Santa Tradición…”) y por algunas trifulcas internas dignas de mejor causa, los socialistas afronten su 41 Congreso Federal que comienza hoy en Sevilla, adelantando por la izquierda. Pero ojalá que, tras los pliegues del lema, haya algo más que una mera declaración ideológica bien intencionada, porque, con el trumpismo que se avecina, bien que hacen falta sustratos ideológicos sólidos para hacer frente al penúltimo mundanal ruido que todavía no anuncia, pero casi, el retorno del palo y tente tieso. El Congreso se celebra unos días después de la aprobación por la mayoría de la investidura de la reforma fiscal propuesta por el Gobierno de coalición y de la elección como comisaria europea de la socialista española Teresa Ribera, que hizo despeñarse una vez más al líder de la oposición, patriota, eso sí. Pero las buenas noticias se eclipsan pronto, casi no hay tiempo para masticarlas. Y ese clima envolvente del latrocinio y de la corrupción lo puede casi todo, de manera que a los adversarios aludidos les molesta hasta que haya militantes que no se rinden y que mantienen sus ideales aún en la adversidad. Hasta el punto de que apenas se conozca algo del contenido de la cita congresual, de lo que interesa, de lo quieren hacer los socialistas en el futuro.


Pero estarán en los foros de trabajo y discusión asuntos como la financiación autonómica, la posición en política internacional sobre las guerras de Ucrania y Palestina, las relaciones con Marruecos y el Sáhara Occidental, las políticas de vivienda, salud, las formas de consolidar un gobierno de  progreso y el freno al auge de la extrema derecha que se repite en las elecciones dentro y fuera de nuestras fronteras. Las relaciones con los agentes sociales, el feminismo y la lucha contra la violencia de género, la regularización de los emigrantes, la lucha contra la despoblación en zonas  importantes de nuestro país, la masificación turística y el modelo de crecimiento económico también estarán en el centro del debate.


El PSOE considera que está demostrando una buena gestión de la economía con datos de crecimiento muy superiores al de los países de nuestro entorno, al tiempo que se garantiza la mejora de los salarios más bajos, el poder de compra de los casi diez millones de pensionistas y una amplia cobertura del desempleo. El aumento de los derechos sociales de los trabajadores y el control de la inflación son otros de los aspectos que se colocan en el haber de la buena gestión del Gobierno en estos últimos años. En cambio, en los prolegómenos se habla poco o casi nada del modelo de organización, del funcionamiento del partido que va estancado, con una consideración cada vez menor del militante y de su actividad o de los módulos de participación política en las órganos.


Por mucho que se hable de que la política moderna discurre por otros derroteros, hay que preservar y cultivar los canales de participación, so pena de incurrir en comportamientos cesaristas y unipersonales que no conducen a buen puerto y sumergen a la militancia en el anquilosamiento. Que dejen eso para el derechío y su trompetería afinada que toca a rebato. Que “España adelanta por la izquierda” es una aspiración, ahora que no corren buenos tiempos para la lírica. Un país que, desde la socialdemocracia, mira hacia el futuro siendo ejemplo para otras naciones del mundo. Pero es cierto: en momentos en que la ultraderecha resurge, arrastrando al conservadurismo, la respuesta socialdemócrata y el modelo español deberían tener la fuerza necesaria para plantar cara a todas esas políticas regresivas. Más Platón y menos Prozac, ustedes ya entienden.

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