Iván Redondo escribe hoy un artículo titulado Tiempo muerto. Se refiere al del baloncesto, ese parón que se pide para coger un respiro, para romper el ritmo del contrario y para cambiar la estrategia. Dice algunas cosas como que después de un congreso socialista han ocurrido cosas y ha puesto algunos ejemplos. Pero yo quiero extraer dos frases indicativas de por dónde van los cambios que se necesitan para continuar con el partido. Dice: “La convivencia en democracia es el clavo del abanico PP-PSOE para conseguir la Moncloa”. Y por si no hubiera quedado claro, remata: “El PP debería acordar políticas esta legislatura con sus potenciales socios en el futuro y no incomodarles”. Es decir, ahora se muestra revisionista y partidario del gran pacto que proponía Felipe González y que truncó la política del no es no. ¿Quiere esto decir que el no es no ha muerto y en el próximo cónclave se le va a dar por definitivamente fracasado? Si esto es así, se trata del reconocimiento de un error mayúsculo que lleva consigo la asunción de la responsabilidad por haber perdido un tiempo precioso que se ha ido por las alcantarillas de la inutilidad, aparte de los perjuicios ocasionados por los gastos de mantenimiento, a todas luces altamente costosos. Nos habríamos ahorrado multitud de conflictos innecesarios si al final, como augura Redondo, estábamos abocados a desembarcar en lo propuesto de entrada. Se cierra una etapa, y una etapa mala. Todo empezó en un coche donde viajaban Ábalos, Koldo, Cerdán y Sánchez. Este viaje ha acabado como ha acabado, aunque se empeñen en hacerle el torniquete. Ya no hay más del no es no. Se le extinguió el crédito. Lo está viendo Iván Redondo, que recomienda volver a lo de antes. Sin embargo, las últimas reacciones van en el sentido de no pedir tiempo muerto, sino en mantener el mismo argumentario y el mismo relato mientras el cuerpo se va desangrando, no poco a poco, sino a pasos agigantados. La pregunta es si en este congreso se van a exigir revisiones o se convertirá en una huida hacia delante que no va a dejar títere con cabeza. De los del coche quedan pocos, y no creo que vaya a haber alguien dispuesto a repetir la aventura. Tampoco creo que se dirijan a la casa de Felipe González para decirle que tenía razón, que se equivocaron. Estas cosas las hacen los votos y en una asamblea todo puede ocurrir. Creo que ese es el tiempo muerto al que se refiere Redondo. Al final, Sánchez jugaba al baloncesto y Pepu era entrenador. Todo puede pasar. Hasta el acuerdo para un relevo pactado, después de que acabe el partido, claro está.
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