tribuna

Felipe y Venezuela

La historia es sencilla de explicar. Llego al poder después de un intento de golpe de Estado; me mantengo gracias a varios fraudes electorales, y cuando los resultados son indiscutibles no entrego el Gobierno. El mundo democrático se escandaliza relativamente y otros no se atreven a condenarlo ni con la boca pequeña. Ante esto, surge un expresidente que se ofrece a acompañar al que ha ganado las elecciones, aunque solo sea con el ánimo de arroparlo, mientras sus compañeros de militancia lo tachan de traidor.

Venezuela es la prueba de fuego para el Gobierno socialista y para el partido socialdemócrata que dice ser. Parece claro que sus socios de Sumar y Podemos, además de Bildu, apoyan a Maduro. ERC no tanto. Pero no es ahí donde está el problema. Se argumenta que cualquier asunto que haga tambalear al Gobierno es una cuestión de Estado. Este argumento es el mismo que sirve para justificar la posición de Maduro. Si dejo de ser presidente es una cuestión de Estado. Todo se convierte en una cuestión de Estado porque el Gobierno está llamado a hacer grandes cosas, que, de no hacerse, acabarían por hundir al país. Estas son las razones que se barajan en torno a la política española, que vienen a justificar lo que ocurre en Venezuela. En el fondo, somos la misma cosa. Esta es una forma de entender la democracia, a la que los comentaristas favorables llaman suavemente autocracia para no llamarla dictadura. Pero es que se trata de que el dictador es de izquierdas y entonces la cosa toma otro cariz. Estas actitudes hacen crecer a la extrema derecha que, por otra parte, es el pulmón necesario para mantenerse en el poder. Felipe González dice que irá a acompañar a Edmundo González Urrutia y El País, ejerciendo de órgano de prensa de Moncloa, corre a decir que en Europa tiene pocos apoyos y que la señora Meloni es la única que se ha manifestado en este sentido. Es decir, que el mundo mundial, está por mirar para otro lado mientras a un pueblo de un país hermano le roban la decisión manifestada en las urnas. No pasa nada, Es de los nuestros, como el resto de las dictaduras sudamericanas. Además, Méjico y Colombia también irán a la toma de posesión del sátrapa que ha perdido las elecciones de manera ostentosa.

Salvaremos la ropa y llamaremos fascistas a todos los que digan lo contrario. Ya lo hacen con Felipe González y no se cortan un pelo, sin acordarse de cuando Pablo Iglesias hablaba de la cal viva y les salían ronchas. Andamos enfrascados en la Memoria Histórica y en la Memoria Democrática, y no recordamos siquiera lo que ha ocurrido en los últimos ocho años, de 2016 hasta ahora. Koldo, Ábalos, Begoña, no son más que cortinas de humo para tapar lo más importante: permitir el golpe de Estado de Maduro, porque es un golpe de Estado a todas luces, y así evitar otros escándalos políticos de mayor alcance. Lo indignante es que la militancia no lo vea.

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