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Los taxistas se movilizan contra la subida de sus seguros

El sector ha convocado paros y marchas lentas para el 29 de enero en protesta por el “abusivo” encarecimiento de las pólizas, con incrementos de hasta el 400%

El gremio del taxi agita la bandera de la supervivencia en una carrera con muchas curvas. El acceso a la jubilación anticipada es una demanda histórica que ha sido adelantada por un problema más apremiante: el precio del seguro. De media, por un coche de gasolina o diésel, pagan entre 2.000 y 2.900 euros a terceros. El de todo riesgo oscila entre los 4.000 y los 6.000 euros. Las pólizas se han encarecido exponencialmente, un coste que equivale al salario de dos o de tres meses. Estos profesionales se han cansado de hacer el primo. Ante semejante “abuso”, para el 29 de enero han convocado paros y marchas lentas en las principales ciudades españolas. “Numerosos compañeros están experimentando subidas del 300% o 400%, de 600 o 700 euros a miles”, denuncia Zebenzuí Pérez, promotor del movimiento Taxi sí Canarias. “Algunos se están viendo abocados al consorcio”. Sacando cuentas, los números llegan a ser incluso más gravosos que las letras vinculadas al crédito del vehículo. No descartan que la situación repercuta negativamente en los clientes y culpan a las compañías del atropello: “Si las aseguradoras tienen sus argumentos, nosotros vamos colmados de razones”.

Taxi sí Canarias se creó en el verano del año pasado para posicionarse ante el auge de las tecnológicas de vehículos de transporte con conductor (VTC). Su lucha se sustenta en tres pilares: las plataformas disruptivas, los seguros y la piratería. Pérez describe un panorama desolador: “Brindamos unas islas turísticas de primera, pero después tenemos miles de servicios diarios que se practican de forma ilegal. Ahí los ves en las excursiones, tirando para arriba por el Teide. Hay alguien delante de un coche, sin la tarjeta de autorización, con un pinganillo. Y, bueno, sin ningún tipo de seguro de responsabilidad civil. ¡Una locura!”. Admiten que no es fácil echarles el guante: “Debería haber una función inspectora efectiva por parte del Gobierno de Canarias y de los cabildos”. Los caballos de batalla cabalgan en un combate constante sin otras armas que las acciones reivindicativas de un sector que sortea obstáculos que desafían su capacidad de resistencia. Andando, conduciendo y hablando, reclaman un volantazo en las condiciones de trabajo al servicio de la sociedad. “La saturación en las zonas turísticas y aeroportuarias, el déficit de infraestructuras y la falta coordinación entre los municipios han generado una imagen negativa”, exponen desde Taxi sí Canarias. Al mismo tiempo, “las 9.000 autorizaciones de VTC pendientes de resolución judicial [más de 8.500 entre Tenerife y Gran Canaria] representan una espada de Damocles”. Quieren anticiparse a la “llegada masiva” antes de que “erosionen la cuota de mercado” del taxi (unas 6.000 licencias en Canarias). En virtud de una modificación excepcional de la Ley del Transporte por Carretera, vía decreto ley (en cumplimiento de una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE de junio de 2023), las concesiones a las VTC se supeditan a criterios ambientales y de sostenibilidad y carga del tráfico, y estarán suspendidas por un periodo transitorio de un año.

La digitalización se percibe “cada vez más urgente”. ¿Una aplicación común o una por isla? Y ¿qué tipo de gestión, pública, mixta o privada? Hete ahí la cuestión. Más allá del control directo del taxi, diversos factores entran en liza: “Las empresas y los círculos empresariales detrás de las VTC y las plataformas digitales disruptivas han perfeccionado su estrategia de comunicación. Si antes se utilizaban fotografías diurnas para resaltar los problemas de tráfico y las deficiencias infraestructurales, ahora se emplean imágenes nocturnas que limitan nuestras opciones de réplica. Esta evolución en la estrategia comunicativa pone de manifiesto la necesidad de una respuesta más sólida. La composición de políticos, empresarios y periodistas intentando poner orden en el sector del taxi refleja, lamentablemente, una ausencia de liderazgo y gestión pragmática de nuestros representantes”. Tal incertidumbre provoca una “sensación de desprotección” y “rebaja la confianza” en el futuro.

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